martes, 5 de mayo de 2009

Libros

Tres libros extraños han dado conmigo. Dos aparecieron durante unas recientes vacaciones familiares en Malasia. Otro se topó conmigo en el desorden de Filipinas.

Encontré el primero en una librería junto al barrio chino, en Kuala Lumpur. Es un libro sobre zen publicado recientemente. Está repleto de viñetas estilo manga que reproducen diálogos clásicos entre maestros de esta sobrecogedora corriente budista. Son conversaciones breves, ilustradas con equilibrados dibujos de trazos limpios. Esa perplejidad que el zen busca, para así abrir las puertas de lo trascendente, logra expresarse en plena transparencia a través de los dibujos de comic.

El segundo libro me esperaba en una de las largas repisas de la librería del museo de arte islámico, también en Kuala Lumpur. Es una obra de naturaleza muy diferente al anterior: Se trata de una reedición en rústica, impresa en India, de una publicación sobre sufismo de los años veinte, escrita por cierto oficial británico. Contiene varios ensayos de compleja lectura, incluido uno sobre la vida y pensamiento del morabito persa Abu Sa’id.

El tercero cayó en mis manos mientras revolvía volúmenes a precio de saldo en la feria del día libro en el Instituto Cervantes de Manila. Es una historia de la pintura románica en Castilla y León.

Los libros que leemos siempre nos esperan. A veces en lugares evidentes. Otras en sitios remotos; pero al final siempre logran recorrer su camino hacia nosotros, y es entonces cuando descubrimos que, aunque no lo supiéramos, estábamos destinados a leerlos.

(Foto: Luis Echánove)

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