viernes, 20 de abril de 2018

Adios al terror

Para los que nacimos y crecimos en esas décadas de plomo (los 70, los 80, los 90) ETA y su violencia formaron durante años y años un telón de fondo siniestro y cruel, que no solo Se colaba cada día en los telediarios y las portadas de los periodicos, si no que a veces se asomaba también en nuestras vidas de un modo más cercano. El marido de la hermana de un familiar muy cercano fue asesinado en Madrid con una bomba colocada en los bajos de su vehículo. Un artefacto explosivo (finalmente resultó ser falso) fue colocado en el balcón de la casa de mi abuela. El padre de alguien muy allegado estuvo en las listas negras de los terroristas. Los abertzales inpusierion que la capilla ardiente de un cabecilla terrorista se instalase en la casa solariega familiar (luego convertida en Ayuntamiento de Markina- Xemein).

 Los controles policiales en las carreteras radiales cuando habia un atentado, la cara descompuesta de dolor de mi padre al ver su tierra presa de ese odio y dolor cada vez que el telediario daba cuenta de un nuevo asesinato, o esa sensación de vacío interior y desesperación la noche que mataron a Miguel Ángel Blanco...todos esos momentos jalonaron nuestras vidas, como si la muerte sin razón fuera parte de lo cotidiano.

 Hoy, por vez primera en 50 años, tras 850 asesinatos, esa banda de cobardes encapuchados que mataban sin miramientos y luego huían, ha sido por una vez valiente y ha pedido perdón, en un comunicado histórico.

 Nunca pensé que llegaría este día. El dolor de las miles de victimas no se repara con una carta, pero el gesto tiene un valor enorme y es un paso adelante sin precedentes.

 Ha llegado unas cuantas décadas tarde. Pero ha llegado al fin. Adiós ETA. Adíos al fin.

domingo, 8 de abril de 2018

Buscando la sensatez

Yo no quiero ni dejo de querer que Cataluña siga formando parte de España; Cataluña y España no existen, son entes de ficción colectiva, ideas inventadas, creaciones juridicas, sociologicas e historicas...pero no realidades tangibles. Yo lo que en verdad quiero es que la mayoria de los catalanes quieran seguir siendo españoles y sigamos compartiendo un proyecto común de convivencia, porque en eso (en las personas, y en la convivencia) sí que creo. 

Reconstruir esa convivencia requiere edificar puentes, no ahondar en las fracturas. Convencer a, al menos una parte( la menos recalcitrante) de los catalanes independentistas de que merece la pena seguir formando de ese proyecto común se logra con brazos tendidos y mente abierta...o no se logra; no hay otro camino.

El nacionalismo catalán me parece un disparate, su ánimo de imponerse a toda costa y sus fantasías victimistas esconden un tufo excluyente que me repele bastante y veo en muchos independentistas una actitud de resquemor y cerrazón que me espeluznan... pero la fanfarria de odio visceral hacia el independentismo me produce no solo esos mismos sarpullidos, sino auténtico miedo. No me reconozco en esa idea de ser español consistente en insultar con inquina a los políticos secesionistas, hacer bromas pesadas sobre Puigdemont o vilipendiar a los nacionalistas por sus ideas. 

Creo que las reglas del juego hay que respetarlas y que hay motivos más que suficientes para juzgar a los que vulneraron la ley aprovechándose de sus puestos para imponer sus ideas rupturistas a los demás. Pero creo también que hay que juzgarlos por lo que de verdad han hecho, y que fantasear con delitos inexistentes forzando expansivamente los tipos penales es inmoral y además hace un flaco favor a la causa de la convivencia. 

Creo que, tristemente, la irracionalidad, el victimismo, el ’a por ellos’, la mentira y el odio mutuo están ganando la batalla a la sensatez. 

Y , sobre todo, creo que esta locura colectiva ha sido innecesaria y demencial; se han abierto heridas amargas que tardarán posiblemente una generación en cerrarse. 

No me busquéis para echar más sal en las llagas. No contéis conmigo para vilipendiar al otro. Contad, sí, para sumar, para entre todos sanar. Para convivir. Sin vencedores ni vencidos. 

Con las personas; siempre con las personas.