
Los controles policiales en las carreteras radiales cuando habia un atentado, la cara descompuesta de dolor de mi padre al ver su tierra presa de ese odio y dolor cada vez que el telediario daba cuenta de un nuevo asesinato, o esa sensación de vacío interior y desesperación la noche que mataron a Miguel Ángel Blanco...todos esos momentos jalonaron nuestras vidas, como si la muerte sin razón fuera parte de lo cotidiano.
Hoy, por vez primera en 50 años, tras 850 asesinatos, esa banda de cobardes encapuchados que mataban sin miramientos y luego huían, ha sido por una vez valiente y ha pedido perdón, en un comunicado histórico.
Nunca pensé que llegaría este día. El dolor de las miles de victimas no se repara con una carta, pero el gesto tiene un valor enorme y es un paso adelante sin precedentes.
Ha llegado unas cuantas décadas tarde. Pero ha llegado al fin. Adiós ETA. Adíos al fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario