lunes, 8 de diciembre de 2014

viernes, 5 de septiembre de 2014

Palestina





Borradores para un posible comic sobre la historia de Palestina.

(c) Juan Echanove. 2014

Microcomic


(c) Juan Echanove. 2014

Guerras



































(c) Juan Echanove. 2014

Situaciones

















(c) Juan Echanove. 2014

Comic inacabado

(c) Juan Echanove. 2014

Aeropuertos

(c) Juan Echanove. 2014

miércoles, 16 de julio de 2014

Vanguardia y retaguardia


Todas las guerras son absurdas, pero unas son más absurdas que otras. La Primera Guerra Mundial fue, tal vez, la más absurda de todas. Millones de jóvenes dejaron su vida en las trincheras de esos frentes de aspecto lunar que nunca avanzaban ni retrocedían.  Días, meses, años de lodo hasta las rodillas; de ratas y frío, de mutilaciones horribles; de agonías sin consuelo, de sufrimiento sin sentido.

Se han cumplido ahora cien años del inicio de ese conflicto que cambió la historia de Europa para siempre. Dos comics, altamente complementarios entre sí,  pueden servir de excelente guía para al menos comprender lo que sus millones de protagonistas padecieron. 

El comic, pese a su aparente inocencia, puede ser en realidad un medio poderosísimo para sumergirnos en sensaciones y situaciones ajenas. Es curioso como el dibujo logra muchas veces mayor impacto emocional que la fotografía o como una historia contada en viñetas puede resultar en ocasiones mucho más vívida y elocuente que una película. Y eso es, precisamente, lo que los dos libros de historitas de los que aquí me voy a ocupar logran: colocarnos bajo la piel de los personajes atrapados en esa  sinrazón de la Gran Guerra .

Editado por vez primera en 1993, C'était la guerre des tranchées, del dibujante francés  Jacques Tardi, es ya considerado un  álbum grafico de referencia. En lugar de una narración articulada y coherente, la obra nos describe retazos sueltos, cuentos cortos,  de la miserable vida de los soldados en la primera línea de fuego. Aplaudido por su milimétrica exactitud histórica, todo en este tebeo parece obra de un archivista obsesionado con la fidelidad de los detalles: Uniformes, armas, paisajes….todo apabullantemente documentado. Tanto realismo, no obstante, contrasta con el aire un poco caricaturesco de los personajes, cuyos excesivos gestos y rasgos  algo exagerados, los hace a veces parecer más muñecos que seres reales, y por ello, también, aun más vulnerables, más inocentes, más victimas.

Los soldados de Tardi son ya seres sin esperanza, pero con memoria; con recuerdos de lo que fueron antes de sumergirse en esa nulidad del ser humano que es un ejército en combate. Porque el tebeo de Tardi es, sobre todo, un demoledor alegato contra la guerra, los nacionalismos y la manipulación política. Las historias son desgarradoras, y difíciles de olvidar, como esa del general que bombardea a su propia tropa para evitar que se retire derrotada o que manda fusilar a algunos de sus hombres, elegidos aleatoriamente.

Finnele, de la autora alsaciana Anne Teuf es, en cierto modo, un contrapunto al libro de Tardi…y también su complemento perfecto. Al contrario que en C'était la guerre, Finnele no nos habla de batallas y de la vanguardia del frente, sino de la retaguardia, de la vida que ha dejado de ser cotidiana para los civiles, bajo la sombrea de la guerra.  El protagonista colectivo de Tardi –esa masa de soldados anónimos y desesperanzados- es reemplazado en Teuf por un carácter principal con nombre propio (la niña Finnele) y lleno de alegría y esperanza.  

Hasta en el estilo artístico uno y otro libro parece las caras opuestas de una misma moneda: el trazo grueso de Tardi es dibujo fino en Teuf;  las sombras de carboncillo en Teuf, son tramas de tinta en Tardi. Finnele, con ocho años, vive la guerra como un escenario familiar, aventurero a veces, cotidiano otras…un escenario tras el cual unas vidas son segadas y otras  prosiguen su cauce. La guerra como razón de ser y de no ser, la guerra  como gran monstruo caprichoso que devora o rescata.

A fin de cuentas, leídos los dos tebeos, a uno le queda esta extraña sensación de boca de que nada hay tan inhumano y a la vez tan radicalmente humano como la guerra. 

martes, 15 de julio de 2014

lunes, 7 de julio de 2014

Bone


'Voy a recomendarte algo que le va a gustar a tu hijo y también te va gustar a ti’, me dijo en tipo de la tienda de comics con un aire de revelar un secreto muy bien cuidado. Sacó de la balda el pequeño tomo de tapas brillantes con la imagen de unos monigotes muy narigudos en la portada. ‘Cuando lo lea tu hijo –me dijo, mirando a Juanito, de ocho años-  se va a divertir un montón. Y cuando lo leas tú, te va a enganchar también’.  Picado por la curiosidad, no pude dejar de comprar el librito. Luego, poco a poco, siguieron otros ocho, hasta casi completar la colección de Bone. Mi asesor de tebeos tenía razón: Juanito quedó hipnotizado con Bone desde la primera viñeta…y yo también.  

Bone es el fruto de la obsesión delirante de Jeff Smith, un dibujante yanqui que durante una década  entera no hizo otra cosa más que escribir, dibujar, editar y auto-publicarse sus historietas de manera un tanto rudimentaria, hasta que poco a poco despertó el interés del la crítica, llegaron los premios y se convirtió en un autor de culto entre los aficionados más trendies del obtuso mundo del cómic.

Bone es una saga épica, ambientada en un mundo de fantasía, que alguien ha llegado a calificar como una suerte de versión más divertida de El Señor de los Anillos. En  efecto, ciertos aspectos generales podrían recordar a la obra de Tolkien, como esa presencia sigilosa de un mal que resulta inefable, o la fragilidad intrínseca del héroe. Los bones, la raza de narizones caricaturescos que sirve de hilo conductor de la historia, recuerdan de algún modo, con sus torpezas y su entrañable ingenuidad, a los hobbits;  los mostroratas que les persiguen incansablemente parecen versiones agigantadas y algo más inquietantes de los orcos.   

Pero los paralelismos terminan ahí. La cultista y detallada tramoya histórica y antropológica con que Tolkien revistió a su obra (esas influencias enciclopédicas de las leyendas germánicas y celticas, los juegos lingüísticos…) falta por completo en Bone, lo cual, en el fondo, hace que la ambientación resulte mucho más libre, imaginativa y, de algún modo, menos pretenciosa. Bone está repleto de guiños humorísticos, muchos aptos para pequeños y mayores (como la hilarante carrera de vacas), otros en realidad, enfocados solo a los más grandes; abundan también los reflejos críticos de la realidad (como  la volátil actitud del pueblo frente a los líderes, o los engaños constantes del tramposo, avaricioso y ultra-liberal Phoney Bone). En resumidas cuentas: Las historias de Bone carecen de la gravedad cuasi teatral de Tolkien y resultan, por ello, más digeribles… pero no por ello más simples.  Porque si algo destaca en la obra de Smith es ese aluvión brutal de creatividad, esa diarrea de argumentos y sub-argumentos entrecruzados…a veces incluso excesiva.

Porque, a decir verdad,  leyendo Bone se tiene la sensación de que la trama no fue construida a partir de a una noción preconcebida, sino que más bien fue siendo inventada sobre la marcha. La ventaja de ese cierto caos en el guión es que uno nunca sabe de verdad lo que va a pasar en la página siguiente, lo cual hace que la historieta, a fin de cuentas, se parezca mucho más a la vida real de lo que cabría esperar para tratarse de una fabula de tono épico. En Bone los personajes vacilan, a veces se repiten; algunos de sus actos resultan totalmente irrelevantes; otras veces, sencillamente, hay páginas que sobran…y no obstante, o tal vez por eso mismo, la historia engancha muchísimo.

Lo mejor de la obra es, pienso, la construcción de los personajes. Thorn, la abuela, cada uno de los tres bones… son sujetos de perfile definidos, realistas, pero a la vez multifacéticos y, hasta cierto punto, libres en su destino y no atados del todo a los estereotipos de sus respectivas personalidades.

Llevo un buen rato deshuesando el estilo narrativo de este comic y aun no he escrito una palabra sobre la calidad del dibujo y el diseño. Y es que, a decir verdad, creo que en este punto mi opinión y la de los pocos otros friquis entusiastas de la obra de Smith difieren de manera notable: Aunque a algunos les suene a pecado mortal, confieso que a mí los dibujos de Bone no me llaman especialmente la atención. Claro esta que accedí a esta obra en su versión coloreada, y no en original a blanco y negro que tantas pasiones ha despertado. En todo caso la estética de Bone me resulta demasiado propia de los dibujos animados, más que del arte del comic.

No obstante, esta serie de tebeos me encanta.

Como en el Valle ficticio de este cuento de fantasía desbordada, también en la vida real la historia nunca está predefinida, ni en destino de nuestras vidas escrito en piedra imborrable. Eso es, seguramente, lo que engancha tanto en Bone.
 

sábado, 5 de julio de 2014

El Buda Celeste

Cada dos semanas voy con mis hijos  a la Mediateca francesa de Tiflis. Allí nos proveemos todos de cantidades ingentes de libros que después devoramos a bocados, tirados en los sofás del salón en las tranquilas tardes del domingo. Hoy, rastreando  en la sección de comics, he dado de manera casual con el tomo uno de Le Bouddha d’Azur, del autor suizo Cosey. El álbum contaba con todos los elementos necesarios para atraparme: ambientación exótica (Tíbet), fidelidad exquisita a los detalles (paisajísticos, arquitectónicos, antropológicos…); dibujo preciso, claro y limpio; y argumento misterioso y aventurero pero verosímil.   

Resulta  una delicia disfrutar de los esmerados y bellos dibujos de Le Bouddha d’Azur. Pero, más allá de la estética gráfica, lo verdaderamente cautivador de este comic es el argumento: una simple y a la vez compleja narratitiva de amor adolescente, cruzada por muchas pequeñas historias de amistad, y de dolor también; todo ello aderezado con un aire de misterio, mística y magia que, por alguna extraña convergencia, parecen extraídos de un ensayo de Mircea Eliade o de una novela de Kipling.


Cosey creció profesionalmente a la sombra de Hergué y la escuela de la línea clara y, juzgada superficialmente, su  obra podría parecer una mera continuación de esa senda ya tan trillada. Fiel a los principios básicos de la clásica tradición belga, las páginas de Le Bouddha d’Azur se van desenvolviendo en un formato casi cinemático. Cada viñeta es un elaborado ejercicio de fidelidad a los detalles y a la vez a la transparencia. Los familiares colores planos,  el esmerado dibujo a la tinta…

No obstante, desde la primera página nos damos cuenta de que nos encontramos frente algo sutilmente diferente: un grosor mayor en los trazos,  la menor obsesión con la delimitación de los colores o esa difuminación imperceptible que, en Hergué, hubiera resultado anatema.


Pero hay algo más que hace a Cosey esencialmente diferente,y es que ese tono infantiloide, tan irritante a veces, de los álbumes de Tintín, es en cambio en Cosey madurez plena. Las escenas de Cosey parecen  como versiones maduras de la aventuras de famoso reportero belga. 

Lo que en Hergué sería enfermizamente asexuado o ramplonamente maniqueo, en  el álbum del viñetista suizo es deliberadamente sugerente o políticamente comprometido. Porque Le Bouddha d’Azur no es, valga decirlo, un comic apto para niños…pero tampoco es, ni mucho menos, lo que se suele llamar un comic de adultos (que parece sinónimo de tebeo pseudo-porno).


Cosey es a Hergue lo que Jung fue a Freud: El discípulo valiente que sabe dar un paso adelante y, a partir de la veta abierta por el maestro, incurrir en mundos nuevos, muchos más poliédricos de lo que su mentor nunca pudo llegar  a soñar.

No tenían  en la mediateca el tomo dos de la obra, y ya me desvivo por conseguirlo.



lunes, 30 de junio de 2014

viernes, 27 de junio de 2014

Junio

Es la misma ciudad. La calle ha cambiado poco. Alguna vez pisaste antes esas mismas aceras… alguna vez sí, pero no eras tú. Entonces pensabas que el mundo era pequeño y tú grande. Ahora sabes que el mundo es grande y tú eres pequeño.


Es la misma ciudad, pero tú eres diferente. 

(Foto: Luis Echanove)

Dedicado a Carmen, mi hija, que traduce al inglés lo que escribo y hace canciones con ello.

lunes, 19 de mayo de 2014

Elepés

(…) it is hard to get by just upon a smile. (*)
Wild World. Cat Stevens

Se acerca el fin de curso para mi hijo Juan. Ocho años. La misma edad, la misma época del año que yo entonces… cuando mi padre sufrió aquella súbita trombosis que cambió su vida para siempre y arrebató la alegría de sus días. He tardado unos cuantos decenios en comprender lo que aquello significó para mí, como alteró radicalmente mi infancia, como modeló mi personalidad y como me ha hecho ser, tal vez, lo que soy. Escribo estas líneas ahora porque aun necesito conjurar ese dolor sin fondo del niño que yo era entonces. Ver a mi padre indefenso, abatido, rendido  por ese zarpazo brutal e inesperado hizo morir algo dentro de mi ser, algo que ya nunca ha regresado, algo perdido  lejos,  que tal vez nunca he cejado de buscar.  

Pero a veces consigo levantar puentes y asomarme a ese antes, cuando mi padre aun podía hablar y la vida era magia y veranos largos. La música, sobre todo, puede operar ese milagro. Oigo ahora Cat Stevens y  Simon y Garfunkel, y reconstruyo mentalmente las portadas de los elepés de vinilo de mi hermana Aránzazu. Y cada nota, cada acorde triste de guitarra en Wild World, cada cabriola alegre de Cecilia o Mrs. Robinson me traen de nuevo esa luz que se apagó un día de junio, con ocho años.     

(Foto: Luis Echanove)
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(*) Es difícil sobrevivir con tan solo una sonrisa.

jueves, 3 de abril de 2014

Cromos y banderas

Ya se sabe que todos fomentamos prejuicios propios a partir de asociaciones mentales sin mucho fundamento. Yo, por ejemplo, desde pequeño, siempre sentí una gran simpatía por Rumanía, y si indago en recuerdos remotos creo saber la razón: su bandera que, como las de los demás países del mundo, conocí pronto gracias al Diccionario Ilustrado SOPENA, me parecía de las más bonitas de todas. Al cabo de los años he recorrido mundo y aprendido algo más. Pero ese amor (u odio, según los casos) a primera vista con la bandera sigue mercado mi relación subconsciente con muchos lugares. Me gusta tan poco la bandera de Polonia que no me imagino yendo allí de turismo aunque me paguen el viaje, pero daría lo que fuera por visitar Noruega, cuyo enseña nacional despierta en mí un patriotismo difícil de explicar. 

Lo segundo que aprendí de Rumanía fue que la tropa de honor del presidente lucía un uniforme muy fardón. Tenía yo ocho años, y nunca logré completar mi colección de cromos de soldados del mundo. Solo me faltó uno, ese, el de Guardia Presidencial de Rumanía. Una vez se lo vi a un amigo. No me lo quiso cambiar ni por tres cromos, pero pude mirar el suyo bien y estudiar con detenimiento como era el militar que salía dibujado en esa preciada estampa: un tipo con sombrero coronado por un penacho, casaca roja y sable en mano.  

Rumanía era en ese entonces un cerril Estado comunista gobernando con mano de hierro por Caucescu. Un soldado de gala y estilismo de maestro circense de ceremonias no parecía muy acorde con la árida estética funcionalista y proletaria del régimen rumano de entonces. Pero Caucascu se sabia vender bien hacia el exterior como el más flexible y tolerante de los líderes del otro lado del Telón de Acero, así que quizás ese colorista traje para sus guardias buscaba impresionar a los visitantes extranjeros. 

Pasaron las décadas y yo casi me olvidé de Rumanía, hasta que, en estos días, y por motivos de trabajo, tuve que desplazarme a Bucarest. La conferencia en la que acudía tenía lugar en el edificio del Parlamento Nacional, el segundo inmueble más grande del mundo, después del Pentágono aunque, a diferencia de la sede del ejercito americano, que me la imagino presa siempre de un trajín enorme (*), el titánico edificio rumano es en su mayor parte un fantasmagórico lugar con muy poca actividad. Consiste por dentro en una sucesión inacabable de inmensos y fríos salones de mármol, sin  más muebles ni ornamentos que las enormes y pesadas lamparas con miríadas de lagrimas de cristal. 
El primer día de la conferencia todos los participantes nos perdimos en ese laberinto del absurdo y la pretenciosidad. Yo, al llegar, en lugar de preguntar como llegar a la sala de conferencias a alguna de las diligentes y espectaculares azafatas que, entubadas en sus minifaldas casi inexistentes, repartían sonrisas en la entrada del edificio, decidí aventurarme por cuenta propia por los secretos del interior. Creo que me dió miedo quedar aturdido sin poder articular mi pregunta ante la contemplación cercana de tantos y tan generosos escotes. 

No había rotulo alguno en aquel caos de salas de baile inmensas que mostrase en cual de todas ellas iba a temer lugar el evento que nos había conducido hasta allí. Paseé un buen rato por aquellos salones, probablemente dando vueltas en circulo sin saberlo. Logré, por ejemplo, encontrar un oscuro y cutre urinario detrás de unas columnas versallescas. Luego llegué a saber, al cabo de unos días, que era probablemente el único cuarto de baño de todo el gigantesco edificio. Un amigo georgiano me confirmó que en los tiempos del comunismo se consideraba de mal gusto plantearse que los líderes del Partido también tenían a veces que mear. 

Cuando ya pensaba que aquel turismo kafkiano no me estaba deportando gran cosa, me topé de pronto con ellos: Allí estaban, al pie de una escalera de estilo renacentista, inmóviles, serios, con sus sombreros coronados con penachos, las casacas rojas y el sable en mano, como si en lugar de personas fueran cromos que llevaran  esperando cuarenta años a ser pegados en algún álbum. 

(Foto del autor del blog)

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(*) Para mi, y para Hollywood también, el Pentágono es un lugar donde generales estresados vociferan todo el rato por los pasillos ordenes para la inmediata invasión de algún pequeño país rebelde y donde expertos en geodesia trabajan a destajo en salas llenas de ordenadores tecleando las coordenadas de alguna aldea yemenita para lanzar un misil teledirigido y cepillarse a la familia de un líder terrorista.

lunes, 17 de marzo de 2014

miércoles, 12 de marzo de 2014

domingo, 9 de marzo de 2014

martes, 25 de febrero de 2014

BlackBerry

Encendió la BlackBerry. Ningún mensaje reciente. La apagó con desgana. Ocultó la cabeza bajo la almohada y se durmió de nuevo, o eso intentó. A los pocos minutos sus parpados se abrieron. El reloj digital de números verdes marcaba las tres de la mañana. El jodido jet lag. Otra vez encendió la BlackBerry. Otra vez la apagó. Y así hasta cinco, diez, veinte veces. Amaneció. Por la gran ventana del hotel se filtraba la luz de la mañana y también el follón confuso de los claxones, los ruidosos motores de los autobuses y el ajetreo de los peatones. Se encaminó a la ducha como un zombi, sin pensar en nada, ni tan siquiera en la BlackBerry. Luego, ya seco y en albornoz, se fabricó un café de sobre con el agua del termo. Antes de vestirse ojeó la mesilla de noche. Ahí seguía la BlackBerry, desafiante, como un niño maleducado y resabiado, o como un viejo antipático y amargado. Ahí seguía, provocándole ansiedad con sus promesas de mensajes que no llegaban nunca. Dudó si encenderla. Dudó incluso si tirarla por la ventana.

Y entonces ocurrió aquello tan extraño: La BlackBerry comenzó a moverse sola, vibrando como un teléfono móvil cuando suena. El dichoso aparatito calló de la mesa y prosiguió su bailoteo incesante, siempre avanzando en la misma dirección: hacia él. Cuando llegó a sus pies, la tomó del suelo. Un mensaje brillaba en la pantalla luminosa. Lo leyó estremecido: 'Capullo, me querías tirar por la ventana, ¿eh? Ahora vas a saber lo que es bueno'. Y entonces la BlackBerry estalló, provocando una atroz deflagración. El tipo murió al instante. Todo quedo destruido en la habitación.

Los titulares del día siguiente hablaron de un probable acto terrorista. Nadie reivindicó nunca el supuesto atentado.

(Foto:Luis Echanove)

viernes, 21 de febrero de 2014

Luchando por un cacho de playa para poner la sombrilla

Habréis ya deducido, por muchas entradas anteriores de este blog, que hacer cálculos poblacionales y demográficos  es una de mis numerosas obsesiones absurdas. Llevo anos preguntadme como lograr una estimación sobre el porcentaje de esclavos en la población del Bajo Imperio Romano, y hace poco logré por fin  determinar por aproximación cuantas mujeres pelirrojas viven en el mundo.

 Hace tres veranos regresé, por vez primera en varios años, al Mediterráneo español. Recorrí en coche con mi familia toda la costa, desde Barcelona hasta Tabarca. Lo que vi me resultó espeluznante. Claro que ya sabía que  la explosión inmobiliaria había sembrado de cemento todas las poblaciones de nuestro litoral, pero comprobar en vivo y en directo la dimensión apocalíptica del desastre me dejó estupefacto. He recorrido 57 países del mundo, algunos tan densamente poblados como Japón, China o la India y nunca en mi vida había visto algo semejante: Decenas y decenas de kilómetros construidos sin solución de continuidad, y no solo en la línea de costa, también hacia el interior…en seguida, claro está, me surgió la pregunta: Cuanta gente llega a vivir simultáneamente, en verano, en esa inmensa masa de cemento que recorre la costa española desde la frontera con Francia a la de Portugal? Este entrada intenta dar respuesta a tal pregunta.

 El único dato fácil de determinar, para llegar a un cálculo fiable, es el de cuantos son los pobladores permanentes de nuestras costas: Más 10 millones de personas (sobre unapoblcion total de España de 46 millones) residen de forma permanente en los municipios del litoral sur español (Mediterráneo más costa Atlántica de Andalucía). En otras palabras: el 22% de la población  viven en un área que apenas constituye un insignificante  4% del territorio nacional.

Si esta cifra resulta ya de por si escalofriante, en las temporadas turísticas, y especialmente en el comienzo del mes de Agosto, que es el momento pico en cuanto a número de turistas es nuestro país, la densidad de población de la costa mediterránea alcanza proporciones todavía más desorbitadas.

Según mis estimaciones, puede calcularse que en un día cualquiera de comienzos de agosto de 2013, al menos 7 millones de turistas se encontraban residiendo en los municipios del litoral sur español (*), aproximadamente un tercio de los cuales eran turistas extranjeros, y los otros dos tercios españoles del resto del país pasando unos días en la playa. Por tanto, entre residentes y visitantes, en las orillas del sur  y del este español llega a coger cada verano a una población de 17 millones de personas viviendo allí simultáneamente. Esto hace elevarse la densidad de población de nuestros municipios litorales mediterráneos y sud-atlánticos hasta un promedio de 810 habitantes por kilómetro cuadrado, sin duda una la más elevadas del mundo.  En el caso dela costa  valenciana la cifra llega a los 1,500 habitantes por kilómetro cuadrado, y en Cataluña, a casi 2,000. Estas son densidades de población propias en realidad un medio urbano. Podemos por ello afirmar que, en el mes de agosto, desde el punto de vista de la densidad de población, la costa del Mediterráneo y Atlántico Sur español es una mega metrópolis lineal de  3,600 kilómetros de largo (los que hay entre Port Bou, en la frontera con Francia,  isla Cristina, en la frontera de Portugal).

 Población aproximada en los municipios costeros, el 1 de agosto de 2013



Region

Km2

Población

Turistas

Total

Densidad

Andalucía

8,020

2,940,000

2,700,000

5,640,000

703

Murcia

2,950

460,000

250,000

710,000

241

Valencia

3,350

2,790,000

2,200,000

4,990,000

1490

Cataluña

2,150

3,240,000

900,000

4,140,000

1926

Baleares

5,000

960,000

950,000

1,910,000

382

Total costa

21,470

10,390,000

7,000,000

17,390,000

810

Resto de España

485,162

31,860,000

1,000,000

32,860,000

68

Total de España

506,632

42,250,000

8,000,000

50,250,000

99
Esos más de 17 millones de personas que se amalgaman en las costas en verano se concentran principalmente en (según mis cálculos) unas 50 urbes costeras de  más de 100,000 habitantes estivales cada una, incluyendo unas 15 con al menos 250,000 pobladores. Las cifras son verdaderamente estremecedoras. Torrevieja, por ejemplo, llega casi al medio millón de habitantes en agosto. Incluso lugares como Chiclana, Roquetas de Mar o el Puerto de Santa María alcanzan el cuarto de millón de personas. No hay probablemente ningún otro lugar del mundo con una red tan densa y tupida de grandes ciudades a lo largo de la costa como la España playera de un agosto cualquiera.

 Aunque la práctica totalidad de esa enorme línea costera está súper poblada en el verano, hay ciertos tramos de mayor concentración. Cabe hablar de al menos cuatro grandes concentraciones o megalópolis: Por una parte, están las áreas metropolitanas  de Barcelona (3,100,000 habitantes) y Valencia (1,700,000), cuya población varía poco entre verano e invierno; por otra, debemos mencionar esos dos corredores de brutal urbanización llamados la Costa del Sol (es decir, la costa de la provincia de Málaga)  y la Costa Blanca (esto es, el trecho de la costa de Alicante entre Denia hasta Torrevieja).



Municipio

Poblacion

Turistas

Total

Km2

Densidad

Málaga

550,000

90,000

640,000

398

1,608

Torremolinos

70,000

280,000

350,000

20

17,500

Marbella

130,000

220,000

350,000

116

3,017

Benalmadena

65,000

135,000

200,000

27

7,407

Estepona

70,000

130,000

200,000

137

1,460

Fuengirola

70,000

80,000

150,000

10

15,000

Mijas

75,000

75,000

150,000

138

1,087

Rincon de la Victoria

75,000

75,000

150,000

28

5,357

Velez Malaga

70,000

55,000

125,000

157

796

Nerja

20,000

45,000

65,000

85

765

Torrox

20,000

30,000

50,000

51

980

Manilva

15,000

50,000

65,000

35

1,857

Totales

1,230,000

1,265,000

2,495,000

1,202

2,076


En agosto, la ya de por sí superpoblada Costa del Sol, dobla literalmente su densidad, transformándose en la octava 'ciudad'' más poblada de toda Europa En los apenas 200 kilómetros de largo de la costa malagueña y un área de unos 1,200 kilómetros cuadrados, se hacinan, cada agosto, casi dos millones y medio de personas. La densidad de población resultante (2,076 habitantes por kilómetro cuadrado) es el doble de la del municipio de Pekín

El caso de la Costa Blanca es todavía más abrumador. A los casi un millón de personas que viven todo el año en los 16 municipios escalonados en ese tramo de costa, se suman un millón y medio más de visitantes residiendo allí  en los días pico de agosto.

Municipio
Poblacion
Turistas
Total
Km2
Densidad
Denia
45,000
200,000
245,000
66
3,712
Javea
32,000
100,000
132,000
69
1,913
Benisa
15,000
20,000
35,000
69
507
Calpe
30,000
70,000
100,000
24
4,167
Altea
25,000
50,000
75,000
34
2,206
Alfaz
25,000
25,000
50,000
20
2,500
Benidorm
75,000
425,000
500,000
38
13,158
Villajoyosa
35,000
50,000
85,000
38
2,237
Campello
25,000
70,000
95,000
55
1,727
Alicante
335,000
80,000
415,000
201
2,065
Elche
230,000
10,000
240,000
316
759
Santa Pola
35,000
90,000
125,000
58
2,155
Guardamar
15,000
30,000
45,000
35

1,286
Torrevieja
75,000
325,000
400,000
71
5,634
Totales
997,000
1,545,000
2,542,000
1094
2,324

 … impactante.

(Fotos: Luis Echanove)
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(*) Llegar a esta cifra no ha sido una tarea nada fácil. Las estadísticas oficiales sobre número de turistas se elaboran por provincias, sin hacer referencia explícita a municipios de la costa o del interior, dentro de una misma provincia. Además, aunque la entrada de turistas extranjeros se registra de modo fiable, es, claro está,  prácticamente imposible lograr cifras exactas sobre desplazamientos de españoles desde unas regiones a otras. Finalmente, las cifras sobre turismo se compilan en función de número de turistas en un cierto periodo de tiempo en un lugar, cifra que no equivale a al de cuantos turistas están a la vez en ese lugar; por ejemplo, 8,500,000 de extranjeros entraron en España a lo largo del mes de agosto de2013, pero eso no significa que todos ellos estuvieran en nuestro país simultáneamente, porque la gente normalmente pasa menos de 30 días de vacaciones. Para legar a un cálculo preciso, hace falta  primero conocer la duración de la estancia promedio y después realizar las correspondientes extrapolaciones. Por totas estas razones para realizar mis estimaciones incluidas en esta entrada , y aunque he cruzado datos de muchas fuentes, fundamentalmente me he basado en las estimaciones que los ayuntamientos hacen sobre su pico de población en verano. Llegan a estas cifras calculando  tasas de ocupación hotelera y de apartamentos, así como extrapolando cifras sorbe incremento de volúmenes de basuras, etc. He logrado informaciones más o menos precisas para casi 150municipios del litoral sur español, incluyendo todos los principales destinos turísticos. Una forma habitual para calcular números de turistas es a partir dela ocupación hotelera pero esto deja fuera, claro, al gran porcentaje de turistas que no se alojan en establecimientos hoteleros, ni en campings, etc, sino en viviendas de alquiler o en segundas residencias de su propiedad.