lunes, 30 de mayo de 2011

Lana de colores


'Pequeñas tretas para continuar en la brecha. Me siento hoy como un halcón llamado a las filas de la insurrección'
(El Ultimo de la Fila)


Una viejecilla, harta de sufrir los socavones en la acera de su ciudad, decidió cubrirlos con hovillos de lana de colores. La frase que acabo de escribir podría dar inicio a una fábula, pero el hecho es rigurosamente cierto. Con su aparentemente ingenua acción, la pensionista ha logrado, al mismo tiempo, llamar la atención de las autoridades municipales sobre el deplorable estado de las calles y, a la vez, producir una variedad de arte espontáneo maravilloso. Las madejas de hilo con que cubre los agujeros callejeros dan forma a una especie de tapiz abstracto, luminoso y brillante. En medio de la fealdad del deteriorado adoquinado, la explosión de color de la lana y su textura suave, producen un efecto de contraste sorprendente.

Con su pequeño acto de pacífica rebeldía urbana, la creativa anciana da una lección de ética ciudadana y lanza un mensaje de esperanza: una ciudad de escala humana es posible.

Una amiga me ha enviado una colección de imágenes de algunas de las papeletas de votos nulos emitidos en las recientes elecciones municipales en España. Muchas son verdaderas piezas del arte del inconformismo: réplicas literales de papeletas autenticas con nombres de candidatos de pega, poemas escritos en papelitos, hojas de árboles introducidas con primor en los sobres electorales… son también ejemplos de ese grito silencioso de quienes no se conforman con una sociedad cuyo único objetivo es el lucro y el consumo. Un grito estético, un grito pacifico, un grito desde lo mejor de nosotros mismos.

El surrealismo es, muchas veces, el arma más potente para el cambio. Cuando ya no te escuchan, cuando tu voz ya no cuenta, siempre queda la opción de votar al pato Donald o de cubrir con lana de colores los baches de tu barrio.

(Foto: Ignacio Huerga)

domingo, 29 de mayo de 2011

Historias de la mili

Supongo que en aquellos ahora lejanos años del servicio militar obligatorio hubo quien vivió una mili más o menos normal, pero por alguna razón extraña, casi todo el mundo de mi generación que conozco padeció su etapa en el ejercito como una temporada de tiempo malgastada absurdamente, para algunos aderezada de situaciones cómicas, para otros, salpicada de momentos incluso trágicos. Libraré al lector de sufrir el relato de mis peripecias personales en la milicia, porque, afortunadamente, fui objetor de conciencia.

Un buen amigo quedó consternado al conocer su destino militar como fogonero de la armada. Su perplejidad enseguida dejó paso al desconcierto cuando supo que su plaza radicaba en Madrid. La capital española no parecía el lugar más apropiado para calentar motores de las tripas de algún barco. Resultó finalmente que su puesto consistía en cada mañana encender el botón de la calefacción del colegio de huérfanos de la marina, largarse después a casa, para regresar al final de la tarde y apagar el dichoso botoncillo. Otro amigo gastó sus meses de mili fabricando pelotas de papel de periódico y pegamento para ser utilizadas en las salvas de cañón. Un conocido dedicó su período de formación castrense a ejercer como pinchadiscos en el club de tropa de Melilla.

Otros amigos fueron menos afortunados y, en lugar de milis cómicas, sufrieron infiernos cuartelarios. Sé de quien tuvo que salir con los tanques por las calles de Valencia el 23F, y también de quien, por defenderse de un sargento abusador, acabó confinado en un manicomio militar. Otro buen amigo fue castigado a servir en los fusileros de Palma, un cuerpo donde la disciplina era tan brutal que cada mes se suicidaba algún recluta. ¿Su falta? Que durante la etapa de instrucción un graciosilllo había escrito en su escayola del brazo (roto en unos ejercicios) un par de insultos en honor al coronel.

Tal vez no siempre fue así. Nuestros mayores guardaban una memoria más bien grata de la mili, recordándola como una etapa de afable camaradería. En la mili, te contaban, te hacías un hombre, iniciabas amistades que tal vez durasen toda una vida, aprendías cosas prácticas y, si eras analfabeto, hasta te enseñaban a leer y a escribir.

No sé cuando comenzó el deterioro del servicio militar. De ser la institución que, supuestanente, igualaba al menos por unos meses a los españolitos de todas las clases sociales en una especie de espíritu colectivo de equipo, se transformó en ún agujero de tiempo perdido en la biografía de los jovenzuelos de nuestro país.

Ahora que el ejército ha adoptado la forma de mercenariado, de modo que inmigrantes y jóvenes desempleados se ven obligados a, al menos teóricamente, estar dispuestos a jugarse el pellejo para defender al conjunto de la sociedad, he dejado de pensar que lo peor de la mili fuera su condición obligatoria. Al fin y al cabo, el servicio militar universal fue un invento de las sociedades democráticas, y suplió aquel odioso sistema conforme al cual los pobres hacían la mili varias veces en tanto los más pudientes pagaban a sustitutos para librarse.

Lo peor, pues, de aquella estúpida mili, no era su obligatoriedad, no. Lo peor era su intrínseca irracionalidad, la absurdez profunda de su funcionamiento. Algunos amigos míos, los más afortunados, sólo guardan el recuerdo de unos meses de su juventud perdidos en largas horas de instrucción sin sentido o de esperas interminables. Otros, simplemente prefieren no recordar.


(Foto: Ignacio Huerga)

San Buda

Todos los años, el 27 de noviembre, la Iglesia Catolica celebra el día de Buda, aunque sin darse cuenta. Esa fecha corresponde, conforme al santoral oficial cristiano, con la festividad de San Josafat (*), un personaje cuya vida legendaria es en realidad una readaptación de la del fundador del budismo.

Josafat, según la tradición cristiana, fue un principe indio que decidió abandonar su vida de privilegios para buscar a Dios, optando por una existencia de monje mendicante. Logró reunir a muchos discípulos, junto a los cuales recorrió la India, predicando la Salvación a través de las buenas obras. Anque el relato tradicional cristiano de la historia de Josafat incorpora algunas modificaciones necesarias para hacer su figura digestible en la teología cristiana, en lo sustancial, la vida del santo es una simple replica, casi literal, de la de Buda. Resulta realmente extraordinario, casi increible, pero lo cierto es que la iglesia católica, sin ser consciente de ello, rinde culto al creador del budismo, considerándolo uno de sus santos.

Siempe me han interesado investigar sobre aquello que une a las diferentes religiones, y creo firmemente que tales nexos pueden dar forma un camino fructifero para construir un futuro de convivencia y tolerancia. Hace unos años, de viaje por Tailandia, compré un libro llamado Chirstianity and Buddhism, publicado por una casa editorial local. Leyendo su capitulo final me topé con este curioso asunto sobre Buda/Josafat. Al principio no di mucho crédito al asunto. Pensé que el autor sólo buscaba ensalzar la figura de Buda para hacerla atractiva a los lectores cristianos. No di pues demasiada importancia al asunto, abandonándolo en el cajón mental de las curiosidades.

Ahora, sin embargo, la extraña historia ha saltado de nuevo en mis lecturas. Adquirí hace poco una re-edición de la obra The Georgians, una descripción maravillosa de la historia georgiana escrita en 1966 por D.M.Lang, un experto en temas caucasianos. Cuenta allí el autor que la primera versión cristiana de la leyenda de Josafat fue obra de un monje georgiano medieval, que probablemente conoció la vida de Buda a través de comerciantes árabes, o quizas directamente de fuentes budistas de Asia Central. En aquel tiempo, Georgia constituía una etapa intermedia en la ruta de la seda, que conectaba Extremo Oriente con la Europa medieval. El monje, cuyo nombre no conservamos, puso por escrito la vida del padre del budismo, cambiando su nombre y aderezandolola de algunos elementos cristianos. El original georgiano de la obra fue luego traducido al griego, en el siglo X, por San Eutimio de Antioquia, y posteriormente al latín, popularizándose por toda Europa. En una fecha desconocida el papado decidió, finalmente, santificar a Josafat (es decir, a Buda), el protagonista de la historia.

La figura de Buda no sólo logró colarse en el cristianismo. Todo apunta a que Dhul Kfil, uno de los veinte profetas canónicos del Islam mencionados en el Corán, no es otro que el propio Buda.

Budistas, cristianos y musulmanes, todos reconocen en Buda a un iluminado de Dios. Al final, todos los mundos acaban siempre confluyendo.



(Foto: Ignacio Huerga)

(*)No confundir con San Josafat de Lituania, cuya fiesta es el 12 de Noviembre

lunes, 23 de mayo de 2011

Hombres como montañas

(3) Gurdjíeff


Parece el argumento de una película de ciencia ficción, o la trama de un best seller conspiratorio, peor es cierto: Dispersa por el mundo se extiende una red amplia (aunque nadie sabe cuantos son) de hombres y mujeres anónimos dedicados a desarrollar lo que ellos llaman 'la tarea' (the work), una labor de tipo esotérico encaminada a mejorar el mundo através de ritos místicos, actividades artísticas y otras acciones de las que poco se sabe. Esta red invisible surgió a partir de las enseñazas de un oscuro personaje caucasiano llamado George Gurdjíeff.

Supe por primera vez sobre Gurdjíeff de forma causal, buceando aleatoriamente en Internet en búsqueda de información sobre esta parte del mundo.

Gurdjíeff nació en el seno de una familia de griegos ponticos de la Armenia turca, en una fecha indeterminada de la década de los años 70 del siglo XIX. Su infancia y juventud las pasó en Georgia y, según un rumor no confirmado, fue compañero de aula de Stalin en el seminario de Gori. Después decidió recorrer mundo en búsqueda de una respuesta a sus inquietudes místicas. No se sabe bien que lugares visitó exactamente, aunque parece seguro que residió en remotos monasterios budistas del Tíbet y Asia Central. A su regreso se instala en Moscú, donde enseguida despierta la atención de los círculos cultos con su sistema filosófico, completamente novedoso aunque enraizado en las tradiciones ocultistas sufies cristianas y orientales. Escribe libros épicos donde describe su pensamiento, y además compone música y coreografías de danzas basadas en arcaicas tradiciones de bailes iniciáticos.

En los caóticos años de la revolución rusa abandona Moscú con un grupo de discípulos y se instala en Tiflis, entonces recién constituida en la flamante capital de la nueva republica independiente de Georgia, la primera nación socialdemócrata de la historia. Allí crea el Instituto para el Desarrollo Harmonioso del Hombre, donde enseña sus danzas y comparte su sabiduría con cualquiera interesado. El Instituto que enseguida se convierte en un imán de creatividad, en medio del caótico hervidero cosmopolita del Tiflis de aquellos tiempos. La capital georgiana se había por entonces convertido en un laboratorio político y cultural, donde todo sucedía deprisa, como al borde del abismo. Intelectuales franceses, periodistas ingleses, espías turcos y nobles refugiados rusos observaban la debacle del Imperio zarista y el advenimiento comunista desde la barrera. Como el Berlín de entre guerras o la Habana terminal de Batista, en el Tiflis de esos frenéticos años el fin de un mundo se respiraba, y esa sensación de transición entre dos eras generaba una atmosfera electrizante de hedonismo, conspiración y locura artística. Finalmente, ese sueño de verano acabo abruptamente, con la llegada de los soviets al Cáucaso. Gurdjíeff se vio obligado a emigrar de nuevo, primero a Francia, luego a Estados Unidos, después a Francia otra vez, para ya nunca regresar a su región natal. Su Instituto apenas había sobrevivido tres anos. Murió en un suburbio de París, en 1949.

Interesado cada vez más en la fascinante vida de Gurdjíeff, quise averiguar donde estuvo emplazado Instituto que fundara en Tiflis en aquellos años. Las vagas referencias que leí sobre el asunto, en viejos libros encontrados de modo rocambolesco, afirmaban que no existía certeza alguna de la localización exacta del lugar. Finalmente, como por arte de magia, un amigo francés, desconocedor en realidad de esa obsesión mía por el curioso personaje, me prestó un opúsculo sobre el periodo de Gurdjíeff en Tiflis. Era un librillo rustico, editado, quien sabe porque, por la embajada de Italia en Georgia. Para mi sorpresa, en uno de sus artículos hallé una referencia explicita a la dirección exacta donde, en su día, se irguió ese curiosísimo Instituto para el Desarrollo Harmonioso del Hombre. La avenida citada ya no existía en el callejero de Tiflis. Tuve pues que acudir a viejos mapas, y, al fin, la encontré. Para mi enorme sorpresa, el lugar se hallaba a pocas manzanas de mi oficina, en una calle ruidosa de la orilla menos elegante del río. Me acerqué a visitar el sitio, sin siquiera saber si el inmueble original había sobrevivido.

Me quedé un buen rato contemplando los muros azules de esa casona, cuyo extraordinario pasado ya nadie recuerda. Colgaban sabanas de los balcones ricamente tallados. La puerta de acceso parecía ir a desvencijarse en cualquier momento.

Un tipo con pinta de extranjero parecía también mirar la casa desde la acera. Tal vez era uno de ellos.

Acampados en el bipartidismo

PSOE hundido, PP estancado
Dos titulares dominan la jornada post electoral: Uno es que el PSOE se ha hundido. El otro que el PP ha arrasado. La primera afirmación es rotundamente cierta. La segunda, en cambio, solo es una verdad a medias. Si por 'arrasar' nos referimos al número de Ayuntamientos y Comunidades autónomas obtenidas, no hay dudas al respecto, pero si el asunto mira desde la perspectiva del número de votos logrados, el titular, más bien, debería rezar 'el PP se ha estancado'.

El PSOE se ha hundido. Esto resulta indiscutible. En el 2007 un 35,31% de los votantes optaron por la papeleta socialista. Ahora lo han hecho solo un 27,79%. En otras palabras, uno de cada cuatro tradicionales votantes del PSOE ha dejado de votar al partido del puño y la rosa. La diferencia de votos entre PP y PSOE es la mayor en la historia de la democracia española desde los tiempos en que Felipe González arrasaba.

Pero, ¿significa esto que el PP ha obtenido muchos mas votos que antes? No. En realidad, el partido liderado por Rajoy ha acaparado prácticamente el mismo número de votos que logró en las elecciones municipales y autonomicas de 2007. En ese año, un 36,01% de los españoles votaron a los populares. Ahora lo han hecho un 37.53%, es decir: tan sólo un 1.52% de españoles que no votaron entornes al PP sí lo han hecho ahora (*). Lo mas sorpréndete del caso es que en muchos sitios, el grupo de centroderecha ha obtenido en estas elecciones resultados bastante peores que en las anteriores. Por ejemplo, en el ayuntamiento de Madrid hay un 12% menos de votantes al PP comparados con los de 2007. En la Comunidad de Madrid o en la de Valencia, el PP también ha logrado atraer un porcentaje de votos bastante menor en esta ocasión. Pese a la descrédito absoluto del gobierno Zapatero, el PP no ha logrado encandilar a nuevos votantes.

Explosión de votos fuera del bipartidismo
Entonces, ¿como se explica este vuelco electoral mayúsculo? ¿Como ha logrado el PP aumentar tan notablemente su representación con prácticamente los mismos votos? Porque nuestro sistema electoral favorece de forma grosera e injusta a la lista mas votada.

Y, si el PSOE ha perdido tanto y el PP casi no ha aumentado, ¿ha donde han ido a parar tantos votos antes socialistas? La participación en estas elecciones ha sido prácticamente la misma que en las de 2007, de modo que no cabe hablar de una desmovilización mayoritaria de votantes socialistas para explicar lo que ha pasado. La respuesta al dilema es mucho mas sencilla: un numero enorme de españoles que antes votaban al PSOE (o incluso al PP), han decidido pasar del bipartidismo y optar por otras alternativas. En la municipales del 2007 un 71% de los españoles votó a PP o a PSOE. En las de 2011, esta cifra ha bajado al 63%.

Así, los votos en blanco han crecido en un 23%, en tanto que las los nulos lo ha hecho en un 30%, estableciéndose, en ambos casos, récords nunca vistos en nuestra historia constitucional. En ciertas localidades el aumento de votos nulos o blancos resulta vertiginoso. Sevilla ha registrado un 300% más de votos nulos, la comunidad e Aragón un 130% más.

Por otra parte, todas las formaciones políticas pequeñas han subido notablemente. Los partidos regionalistas y las listas independientes, han vivido aumentos espectaculares en casi toda España. Por ejemplo, en la ciudad de Valencia, este tipo de partidos han pasado de un 2,9% a un 12,2%. Izquierda Unida también ha crecido en prácticamente todas partes, con un 12% más de votantes en el conjunto de España. UPyD, que no concurrió en el 2007, ha irrumpido con fuerza en gran número de lugares. Finalmente, incluso los partidos tradicionalmente extra parlamentarios (tales como ecologistas, partido Humanista, partidos de extrema izquierda, etc.) han visto crecer sus votos de forma significativa.

Un Madrid más diverso
En la ciudad de Madrid, donde mayor eco han tenido las movilizaciones de la 'spanish revolution', ofrece tal vez el ejemplo más notable de la situación que acabamos de describir. En la Villa y Corte (como, por otra parte, en el conjunto de la Comunidad autónoma), no es solo que el PSOE se ha hundido estrepitosamente, es que también el PP ha perdido votos de forma significativa (55% en 2007, 49% ahora). En 2007 PP y PSOE sumaron un rotundo 85% de los votos. Ahora, entre ambos, han logrado anclar un 73%. Los votos nulos se han multiplicado en un 400%, Izquierda Unida ha logrado un 20% más de votantes que antes, UpyD logra implantarse con rotundidad y el conjunto de partidos pequeños (los que no logran individualmente ni el 1% de los votos) crecen en un espectacular 50%.

¡Acampar sirve!
¿Ha servido pues para algo la movilización social del 15M, con su llamada a romper con la bipolaridad de nuestro sistema político? Desde luego que sí. El PP simplemente ha repetido su techo electoral, ya alcanzado en pasadas elecciones, resultando incapaz de atraer a otros votantes, pese al descrédito absoluto del PSOE.

Los socialistas desafectos y los nuevos votantes ni se han quedado en su casa sin votar ni se han arrojado en brazos del PP. Han decidido votar blanco, nulo o a terceros partidos.

El PSOE, si conserva un ápice de decencia democrática, debería convocar elecciones anticipadas inmediatas, como consecuencia natural de la debacle. El PP, por su parte, más que adoptar una actitud triunfalista, el PP debería preguntarse porque solo ha logrado repetir su número de votos, sin ser capaz de ofrecer un proyecto atractivo para aquellos que antes no le votaban.

Una nueva vía, entre las agotadas y agotadoras 'dos Españas' de siempre va aflorando. No se expresa aun de un modo coherente, y apenas se cuela con presencia propia en las instituciones, pero el mensaje es claro. Tiempo al tiempo.


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(*) En terminos absolutos el PP obtuvo esta vez medio millon de votos mas que en las anteriores municipales. Esta cifra se corresponde con ese imperceptible aumnto del 1,52% de votantes mas repercusion del crecimiento poblacional (en estas elecciones habia mas electores que en las anteriores)

jueves, 19 de mayo de 2011

Hombres como montañas

(2) Vazha-Pshavela

Era un día desapacible, de esos que, aunque no haga viento, uno lo siente. El río caudaloso se arremolina entorno a las rocas puntiagudas trazando dibujos psicodélicos de espuma. El museo estaba cerrado, pero no me sentí decepcionado. El viaje había sido largo y pesado, aunque no tenía motivo para queja. Allí estaba yo por fin, frente a la rustica casa de piedra, en medio del collado nevado. Allí estaba yo, en el mismo lugar donde Vazha-Pshavela pasó la mayor parte de su vida escribiendo, meditando y recorriendo los caminos de montaña.

Luka Razikashvili (ese fue su nombre de oficial), nació en 1861 (*) en Pshavi, un agreste valle del Cáucaso georgiano. De familia rural acomodada, hizo estudios universitarios en San Petesburgo (en aquel tiempo su país formaba parte del inmenso imperio zarista) pero la llamada de las montañas pudo más que sus ánimos de adoptar una vida cultivada y burguesa, así que decidió regresar a Chargali, su remoto villorrio de montaña. Allí pasó el resto de sus días, dedicado a contemplar la naturaleza, a indagar en las costumbres arcanas de los jevsures, los pshavios y otras tribus de la montaña y a escribir poemas épicos brillantes y rotundos.

Su vida de eremita, en lugar de aislarle del mundo y de los problemas del hombre, le abrió de par en par las puertas del humanismo. Vazha-Pshavela, como Walt Whitman en Estados Unidos, supo extraer del contacto con la vida campestre, lecciones universales, sobre la paz, la búsqueda de la armonía o la hermandad del genero humano. Bien es cierto que los poemas de Pshavela se ambientan siempre en ese mundo pequeño que habitó. Nos habla, por ejemplo, de las guerras eternas entre los chechenos y las tribus georgianas de montaña. Pero su mensaje no es localista ni provinciano. Todo lo contrario. El ambiente que describe es solo la base para un mensaje de contenido netamente universal. El pacifismo y el ecologismo de su obra lo convierten en un autentico pionero del pensamiento humanista más radical. Mitad cantor de gesta, mitad místico, los versos de Vazha-Pshavela son un grito desde el fondo de la tierra, un grito furioso, pero un grito de paz.
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(*) Este año se cumple el cien aniversario de la muerte del poeta. Se organizará una verbena a su memoria este verano. El alcalde pedáneo de Chargali da por hecho que Alain Delon acudirá al festejo. Me contó que leyó en una revista como el actor francés logró recuperase hace años de una depresión profunda tras leer un poemario del bate georgiano, así que decidió enviarle una carta invitándole para presidir las fiestas.

Hombres como montañas

(1) Prometeo

Quien ha pasado algún tipo en el Cáucaso sabe bien que estas montañas poseen la extraña capacidad de cargarte las pilas y acelerarte hasta colocarte en un trepidante estado de ánimo, a caballo entre el entusiasmo y las ganas de hablar a voces.

Hay quien teoriza que el asunto es provocado por la carga magnética que contienen estas enormes moles geológicas, y algunos hasta encuentran explicaciones místicas a ese evidente chute de energía que las cumbres caucásicas parecen provocar. Sea lo que sea, a juzgar por la convulsiva historia de los pobladores de esta parte del mundo, no cabe duda que algo hay en la naturaleza de la tierra que convierte el vivir cotidiano en una aventura épica donde el honor, el heroísmo o (en el peor de los casos) las opiniones radicales, dominan siempre el discurso. Ese espíritu mesurado y pequeño burgués tan propio de gran parte de Europa esta completamente ausente en el Cáucaso. Aquí se vive, mentalmente, en una especie de Edad Media permanente, con buenos y malos, arengas en lugar de conversaciones y ganas constantes de sentirse al borde mismo del fin del mundo.

Fue en las cúspides eternamente nevadas del Cáucaso donde, según la leyenda griega, Zeus castigó a Prometeo por revelar el secreto del fuego a los hombres. La épica milenaria y anciana de esta cordillera geológicamente tan joven, su cargada historia de leyendas y batallas da forma y a la vez condiciona la psique colectiva de los pueblos que moran sus faldas.

Ese espíritu de epopeya, que de algún modo impregna casi todo aquí, tiene por supuesto sus lados oscuros, pero también sus luces brillantes. Y es que el Cáucaso ha producido, y sigue produciendo, un puñado de hombres y mujeres que fueron capaces de canalizar esas energías brutales de las cumbres y, tal vez gracias a ellas, dar luz a mundos creativos portentosos. Me refiero a personajes tales como Vazha-Pshavela, Gurdjíeff o Parajanov. Desgraciadamente, estos grandes artistas y pensadores, de talla y mensaje universal, son en general muy poco conocidos en Europa. Dedicaré pues unas cuantas entradillas en este blog a su memoria.

A través de sus voces, de sus poemas, de sus películas o de sus coreografías, aprendemos nuevamente que, al fin y al cabo, la sabiduría de los hombres puede siempre derrotar a los celosos dioses del pasado.



(Foto: Juan Echanove)

Asuntos peregrinos

Lunes 16 de mayoDejo la oficina cabreado de gastar tiempo en liquidar spanes de anuncios de viagra. Acudo a la nueva embajada de Suecia en Tiflis para participar en una video conferencia con Estocolmo. Tenemos que discutir los detalles de un proyecto conjunto de sanidad alimentaria. Pregunto a un funcionario si se sienten cómodos en su nuevas y ultra modernas instalaciones, decoradas con muebles tipo Ikea versión lujo. Me dice que están a gusto, aunque echan un poco de menos el encanto de la vieja sede diplomática, ubicada en un ruinoso palacete en las faltas del monte Tatsminda. El principal problema de la nueva embajada, me cuenta, es que sus vecinos del piso de arriba son unos tipos dedicados a la venta de viagra por Internet, de modo que a diario el guardia de seguridad tiene que lidiar con personajes de aspecto extraño que acuden por error a la embajada, preguntando por la píldora de la sexualidad perpetua. Me vuelvo acordar de los correos electrónicos que borre por la mañana. Todavía no comprendo porque demonios mi vida se parece siempre tanto a un cortometraje inverosímil.

Martes 17 de mayoConozco en una cena al director de la Coca Cola en Georgia. Le pregunto sobre todas las leyendas urbanas que conozco entorno a la gaseosa negra: Si la formula es tan secreta como se dice, si el sabor cambia de un país a otro, si tienen el mercado repartido con los de la Pepsi… El tipo, que es un turco muy simpático, me contesta con detalle a todas las preguntas, promete invitarme a visitar la fabrica y me cuenta que antes trabajaba de gerente de la firma en Afganistán. Con la vida que llevo, conocer gente curiosa es ya un habito.

Miercoles 18 de mayoUn amigo me llama para contarme que aparezco citado en un periódico en georgiano. 'Me da lástima que los jachapuris (*) se elaboren con harina importada', digo en el diario. Junto a la cita, una foto mía tamaño carne, con cara de loco.

Jueves 19 de mayoUn amigo agrónomo americano nos hace una presentación en Power Point sobre la producción de cebolletas en Georgia. Consigue que el tema me acabe apasionando. Mi capacidad par engancharme con cualquier asunto peregrino es inconmensurable.

Foto: Juan Echanove--------------
(*)Los jachapuris son unas tortas de que pan y queso. Constituyen el elemento básico de todo almuerzo georgiano. Según ellos, el jachapuri es el antecedente de la pizza.

martes, 3 de mayo de 2011

Armenia

La inmensa mole de la iglesia de Ozdun se erguía ante nosotros, perfilada contra el cielo tormentoso, como una fiera antediluviana de roca cobriza. Caminamos sobre la yerba húmeda, por el antiguo claustro de la escuela monacal, ahora en ruinas. Al rato un sacerdote armenio, orondo y risueño, nos abrió las puertas del templo y, sin pedírselo, nos mostró una por una las piedras cinceladas con cruces, escondidas por los muros, y reutilizadas de la basílica del siglo IV al que el actual edificio medieval substituye. Bajo el altar, alzado en un estrado de losas, se esconde, según la leyenda, el fundamento de un centro de culto pagano antiquísimo.

He pasado una semana recorriendo en coche el norte y centro de Armenia, en una suerte de curiosa combinación entre periplo de aventuras y tradicional viaje familiar (la pandilla incluía un amplio rango de edades, comenzando por mi aguerrida madre y terminando por mi hija Olalla, de dos años). He vuelto de allí con el macuto de las emociones repleto de momentos excepcionales.

En el templo helenístico de Garni las voces de una coral polifónica retumbaban contra los sillares produciendo una sonoridad arcana. El río Derek, encajonado en su cañón de vértigo, bajaba a la velocidad del rayo, entre terrazas cultivadas de frutales, viejas industrias soviéticas abandonadas y monasterios colgados del quiebro mismo de la sima.

Armenia es un país entrañable, cargado de historia por los cuatro costados y dotado de una extraordinaria personalidad. En Armenia los gruesos muros de los monasterios, las fuentes, las montañas de cordilleras de nieves perpetuas, parecen hablarnos con la voz ronca de un mundo remoto y antiquísimo. Esas raíces nacionales profundamente arraigadas en la noche de los tiempos no solo generan recuerdos y evocaciones del pasado: también son la base de una sociedad viva y vibrante como pocas (1). El pueblo armenio vive afianzado en el dinamismo de la realidad más actual, disfrutando del sol de primavera en las agradables terrazas de Erevan, una ciudad de aire mediterráneo anclada tierra adentro.

Nos despedimos de Armenia a los pies del Ararat, en un atardecer limpio, con el perfil del monte santo libre de nubes y recortado como a cuchillo contra el cielo. A esa hora calma, cuando falta poco para que el sol se ponga, el gigante nevado te mira sin ojos, pero te mira y, con la voz del viento, te explica que ya todo fue dicho hace una eternidad.


Fotos: Panoramio y SacredPlaces.
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(1) Los armenios, desenvueltos y vivaces, han dado y siguen dando al mundo un numero inusitadamente alto de genios: Charles Aznavour, Adre Agassi, Cher, Steve Jobs (fundador de Apple), Kasparov… la diáspora Armenia, dispersa por todo el planeta, solo puede ser comparada a la judía, en cuanto a influencia y presencia significativa en los mas diversos ámbitos de la creación humana.