domingo, 29 de mayo de 2011

San Buda

Todos los años, el 27 de noviembre, la Iglesia Catolica celebra el día de Buda, aunque sin darse cuenta. Esa fecha corresponde, conforme al santoral oficial cristiano, con la festividad de San Josafat (*), un personaje cuya vida legendaria es en realidad una readaptación de la del fundador del budismo.

Josafat, según la tradición cristiana, fue un principe indio que decidió abandonar su vida de privilegios para buscar a Dios, optando por una existencia de monje mendicante. Logró reunir a muchos discípulos, junto a los cuales recorrió la India, predicando la Salvación a través de las buenas obras. Anque el relato tradicional cristiano de la historia de Josafat incorpora algunas modificaciones necesarias para hacer su figura digestible en la teología cristiana, en lo sustancial, la vida del santo es una simple replica, casi literal, de la de Buda. Resulta realmente extraordinario, casi increible, pero lo cierto es que la iglesia católica, sin ser consciente de ello, rinde culto al creador del budismo, considerándolo uno de sus santos.

Siempe me han interesado investigar sobre aquello que une a las diferentes religiones, y creo firmemente que tales nexos pueden dar forma un camino fructifero para construir un futuro de convivencia y tolerancia. Hace unos años, de viaje por Tailandia, compré un libro llamado Chirstianity and Buddhism, publicado por una casa editorial local. Leyendo su capitulo final me topé con este curioso asunto sobre Buda/Josafat. Al principio no di mucho crédito al asunto. Pensé que el autor sólo buscaba ensalzar la figura de Buda para hacerla atractiva a los lectores cristianos. No di pues demasiada importancia al asunto, abandonándolo en el cajón mental de las curiosidades.

Ahora, sin embargo, la extraña historia ha saltado de nuevo en mis lecturas. Adquirí hace poco una re-edición de la obra The Georgians, una descripción maravillosa de la historia georgiana escrita en 1966 por D.M.Lang, un experto en temas caucasianos. Cuenta allí el autor que la primera versión cristiana de la leyenda de Josafat fue obra de un monje georgiano medieval, que probablemente conoció la vida de Buda a través de comerciantes árabes, o quizas directamente de fuentes budistas de Asia Central. En aquel tiempo, Georgia constituía una etapa intermedia en la ruta de la seda, que conectaba Extremo Oriente con la Europa medieval. El monje, cuyo nombre no conservamos, puso por escrito la vida del padre del budismo, cambiando su nombre y aderezandolola de algunos elementos cristianos. El original georgiano de la obra fue luego traducido al griego, en el siglo X, por San Eutimio de Antioquia, y posteriormente al latín, popularizándose por toda Europa. En una fecha desconocida el papado decidió, finalmente, santificar a Josafat (es decir, a Buda), el protagonista de la historia.

La figura de Buda no sólo logró colarse en el cristianismo. Todo apunta a que Dhul Kfil, uno de los veinte profetas canónicos del Islam mencionados en el Corán, no es otro que el propio Buda.

Budistas, cristianos y musulmanes, todos reconocen en Buda a un iluminado de Dios. Al final, todos los mundos acaban siempre confluyendo.



(Foto: Ignacio Huerga)

(*)No confundir con San Josafat de Lituania, cuya fiesta es el 12 de Noviembre

1 comentario:

Anónimo dijo...

tengo entendido que los jesuitas proporcionaron evidencia irrefutable sobre la cuestiona al concilio vaticano 2 que suprimió el culto a san josaphat. siento darte la mala noticia. a mi también me parecía precioso este cruce. marco polo llamaba a Buda San Josapat. ahi aprendí la historia, en la edicion de Henry Yule. Salud
Antonio