lunes, 17 de noviembre de 2008

Asteroides mentales

Yo antes cuando me sentía superado por las circunstancias, inquieto o triste, cerraba los ojos y dejaba desfilar libremente por mi mente estrellas de púlsares, antimateria, súper cuerdas o agujeros negros. Siempre funcionaba: al poco rato caía en la cuenta, bastante bruscamente, de mi nimiedad, y al momento las preocupaciones se disolvían en el polvo estelar. Mi afición al escapismo astrofísico me comenzó con Cosmos, aquella extraordinaria serie de televisión dirigida y presentada por Carl Sagan. Después leí el libro, y quise aprender más. Durante unos años me dediqué a cazar en las librerías todos los títulos sobre física cuántica o teoría relatividad que encontraba, siempre y cuando fueran baratos (baratos para mí, en esa época, significaba menos de 300 pelas). Claro está que tanta lectura astrofísica, más que aumentar mis conocimientos me secó la mente, como si de libros de caballerías se tratase. Cada vez entendía menos de aquellos ensayos, por más que supuestamente estuvieran escritos en tono divulgativo, para el gran público, como se suele decir (aunque yo, por entonces, era relativamente pequeño). Pero pronto dejé de preocuparme. Poco importaba comprenderlos mucho o nada en absoluto. Bastaba con leer aquellos mostrencos de corridillo para que sus efectos tautológicos se produjeran.

Como soy adulto, ya no hago estas cosas. Y es una lástima, porque, la verdad…¿ hay en esta vida algo más importante que una estrella de neutrones?

(Foto: Ignacio Huerga)

1 comentario:

Anónimo dijo...

"El cosmos es todo lo que es, todo lo que fue y todo lo que será.

Nuestras más ligeras contemplaciones del cosmos nos hacen estremecer: Sentimos como un cosquilleo nos llena los nervios, una voz muda, una ligera sensación como de un recuerdo lejano o como si cayéramos desde gran altura. Sabemos que nos aproximamos al más grande de los misterios"

Carl Sagan.
“Cosmos”, Planeta, 1992. pág. 12