Hay en Vientiane, capital de Laos, una réplica orientalizada del Arco del Triunfo parisino. La diferencias con el original no son tantas: Bien es cierto que la escala es algo más pequeña; que en lugar de nobles sillares el modesto ejemplar indochino fue construido en cemento gris y que faltan en sus muros bajorrelieves heroicos y sobran en su cubierta los aditamentos estilo pagoda que lo coronan. Pero al margen de tales superficialidades, el efecto copia está logrado. Ayuda en ello el amplio boulevard al que el triunfal arco da acceso. Los pomposos Elíseos laosianos (bonita aliteración), en lugar de flanqueados por señoriales casonas neoclásicas, solo muestran, con cierto pudor socialista, edificios públicos de un estilo que un crítico piadoso relacionaría con Brasilia y uno más sincero con Bratislava. Tuktuks, jeeps militares, escasos coches lujosos de nuevos ricos, motos chinas y alguna que otra gallina medio desplumada recorren ocasionalmente la avenida.
Contra lo que cabría suponer, el local Arco de la Victoria no fue levantado por los colonialistas franceses –su huella arquitectónica en la ciudad se limita a algunas villas provenzales a punto de derribo. El monumento fue alzado por obra -y gracia- del gobierno de Laos, en los turbulentos años de la guerra de Vietnam, con cemento donado por los americanos para construir un nuevo aeropuerto.
Tras pagar la correspondiente irrisoria entrada se accede por unas escaleras a medio hacer a una especie de pequeño mercadillo de antigüedades y quincallería budista localizado en el interior mismo del arco. Desde el tejado se disfruta de una espléndida panorámica de toda la ciudad (lo cual no significa que la perspectiva sea muy amplia…al fin y al cabo Vientiane es la capital más pequeña de toda Asia).
Una placa oficial, colgada de un lateral del edificio, ofrece un largo texto en laosiano el cual, supongo, da cuenta de la historia y razón de ser del monumento con el típico tono formal al uso en tales memoriales. Pero lo extraordinario del caso es que, debajo del texto local, la placa contiene también unas frases en inglés, presumo que copiadas de la Lonely Planet o de la Raugh Gide –no lo he comprobado- que describen el monumento en términos irónicos y nada halagüeños. ¿Sabían las autoridades lo que ponía en la placa cuando corrieron la cortinilla inaugural? ¿Es en verdad el texto una fiel traducción de la versión laosiana, y esta, a su vez, un ejercicio de sinceridad política? ¿O es que acaso el “traductor” encargado de reproducir el laudatorio texto original gastó una bromilla al régimen oficial y en realidad el gobierno no tiene ni idea de lo que allí está escrito en inglés? Cualquiera de las opciones daría fácilmente pie a un excelente argumento de cuento corto.
(Foto Juan Echanove)
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