lunes, 15 de octubre de 2007

las historias del gusano barrenador



Viaje a ninguna parte
Leo en una Web que en la India un industrial ofrece a los pobres la posibilidad de subirse a un avión sin destino. Pagando el imprescindible billete, los parias pueden montar en la aeronave, sentarse, abrocharse el cinturón –esto supongo que lo saben hacer bien, forma parte de su condición misma de pobres-, escuchar atentamente las explicaciones de seguridad ofrecidas por una falsa azafata y después bajar la escalerilla de salida. Todo eso sin levantar un palmo de tierra. El “avión”, de hecho es un viejo fuselaje herrumbroso, con asientos y poco más, al que le falta un ala y carece de motor. La experiencia sale por un pico: el equivalente a unos tres euros –un décimo del salario mensual de un pobre en la India...algo así como si un mileurista apoquinase cien euros por un boleto de atracción de feria- .

Confieso que al leer la noticia mi primera reacción ha sido de indignación hacia el taimado empresario que se aprovecha de la ingenuidad de los más pobres para hacerse de oro. Menuda canallada, subir a la gente a un avión que no vuela y cobrarles por ello…pero… ¿acaso no he pagado yo por montar en una réplica de cohete espacial en alguno de esos sofisticados museos de la ciencia de las ciudades del Primer Mundo? Imagino que los millonarios que desembolsan fortunas por darse un rulo estratosférico en trasbordador espacial ruso de vedad reirán con sarcasmo indulgente ante el hecho de que gente como yo se suba a un cohete de pega y se crea cosmonauta por unos minutos.

En fin, que visto así, se podría casi pensar que este empresario indostaní, más que negocio, lo que ha montado es una especie de ONG, destinada a alegrar las vida de ese 95% de hindúes que jamás en sus vidas despegarán –ni literal, ni metafóricamente. Porque lo importante, en la sociedad de la imagen y de la realidad virtual, no es hacer las cosas realmente, sino creerse uno que las hace. Por eso, alguien debería inventar también pobres virtuales (de mentirijillas, para entendernos) que sí volasen.

Yo de niño siempre soñaba que volaba. Los pobres de la India siguen soñando.

No hay comentarios: