jueves, 4 de octubre de 2007

El sitio de mi recreo


Sucesiva sucesión
Yo creía, ingenuamente que la inspiración se me había escapado. Pensaba que, entre aquellos versos de adolescente, y estos rumbos de hoy mediaba un espacio quebrado, como una carretera cortada por un puente destruido. Pensaba yo, con poco juicio, que entre el ayer y el ahora existían cobijos para la parada y fonda.

Sentía que en la vida, como en las autopistas, hay peajes, áreas de servicio y hoteles de tres al cuarto donde reposar un momento para no agotarse observando la línea continua que traza el asfalto en las rectas inmensas.

Pero no. En la vida no hay paradas de autobús, ni tampoco puntos panorámicos en los que detenerse para contemplar algo diferente a la propia ruta.

Lo curioso del asunto es que, propiamente hablando, tampoco hay rótulos de señalización, ni guardias de tráfico, ni límite de velocidad. Tampoco hay vehículo, Y, para ser sinceros, ni siquiera arcenes, ni stops, ni ceda al paso. Nada de eso.

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