Estuve en Haití a principio de los 90. Recuerdo bien la pobreza ominipresente, el penetrante olor de la basura acumulada en las calles, el estremecedor sonido de los tambores del vudú por las noches, los estibadores del puerto de Jeremie descargando a mano todo el equipamiento de un hospital entero...pero sobre todo recuerdo esa jovialidad contagiosa de los haitianos, esas ganas invencibles de vivir, de salir adelante, incluso en las circunstancias más adversas.
En aquel tiempo mantuve varias reuniones el edificio de Naciones Unidas que ha colapsado sepultando decenas de personas; recorrí los barrios paupérrimos de las colinas, ahora barridos por la tierra, donde la gente desayunaba lodo y no comía ni cenaba. Nunca en mi vida he visto tanta pobreza como en Haití. Y nunca en mi vida he visto sonrisas más inmensas que en Haití.
Hace dos años un terremoto de escala 7 provocó menos de medio centenar de muertos en Tokio. El Puerto Principe la tierra tembló con esa misma intensidad, pero se llevó por delante a al menos 50,000 personas. Haití no es un país maldecido por la historia o la geografía, es un país maldecido por la pobreza, y en eso Occidente tiene una fuerte dosis de responsabilidad que asumir. Haití es un espejo de la falla global de nuestra sociedad y de nuestro sistema económico y de su incapacidad para tratar a todos los seres humanos del planeta como iguales.
Mis amigos que han trabajado durante años en el castigado país caribeño me envían mensajes desoladores. Y yo me siento profundamente triste e impotente, porque ese dolor inmenso de Haití es mi dolor, es el dolor de todos, de la familia humana.
4 comentarios:
Juan, cuanta razón tienes, que impotentes nos sentimos desde aquí, pero es que creo que en el fondo somos comodones y no hacemos nada, al menos yo. Este año debería comenzarlo con muchas reflexiones de todo lo que puedo hacer y no hago...
Juan me he sentido muy cercana a tí, pues aunque no conozco Haití más que a través de tí , estoy muy desolada al oir hoy en Onda Cero de radio a una persona que ama ese País, fue canciller de la Embajada de España muchos años y lo considera su segunda Patria, han muerto muchos amigos suyos, dice que no cree se pueda hacer nada dada la corrupción que entre sus gobernantes existe, ha visto con sus ojos como ayuda humanitaria que se enviaba NUNCA, llegaba y se vendia en los mercados y se enriquecian ellos mismos.
Juan este comenterio que pone anonimo, soy yo tú Madre.
Me encuentro tan triste de tanta injusticia y de buenas palabras pero no reales de los que dicen ayudan.
Juan, es muy bonito lo que dices, y sobre todo para aquellos como yo, que nunca hemos estado en Haiti pero sentimos tristeza e impotencia por lo que ha ocurrido. En mi caso poco he podido hacer, a parte de contribuir económicamente. Un abrazo. César
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