Me gustan los mapas demográficos, y ese modo como sueles representar, en diferentes tonalidades, como la población se concentra más en unas regiones que en otras de un determinado territorio. Esa graduación paulatina de los tonos, habitual en la distribución poblacional de la mayor parte de los países europeos, no se da sin embargo en España. Tal y como se muestra en el mapa adjunto (que he copieteado de la Wikipedia, y cuya información se basa en los datos del censo de 2008), los españoles, demográficamente, como en tantos otros aspectos de la vida, nos vamos siempre a los extremos. Pinchad en el mapa para verlo en detalle. En tonillo amarillo palidísimo (denotativo de que en esas zonas viven menos de 30 personas por kilómetro cuadrado) domina todo el interior español, con la excepción de Madrid, Zaragoza y algunos otros centros urbanos. En vívido contraste, en las costas domina un rojo intenso (que indica densidades superiores a los 200 habitantes por Km2).
Lo curioso es que la densidad media española, para todo el país, es actualmente 90 habitantes por km2, lo que podría dar la falsa impresión de que esa es la cifra más o menos habitual a lo largo y ancho del país. Pero ya se sabe como funcionan las estadísticas: Yo tengo dos naranjas, tú no tienes ninguna, ergo estadísticamente tenemos una cada uno. En la práctica, unas zonas de España padecen niveles de despoblación propios del Sahara en tanto en otras la gente se apelotona como en Luxemburgo.
No siempre fue así. De hecho, históricamente, los españoles siempre hemos vivido repartidos de un modo bastante más equitativo. Castilla siempre estuvo mas poblada de lo que esta ahora, y los secarrales de Alicante, Murcia o Almería nunca aguantaron tanta población como en la actualidad.
Un desequilibrio demográfico tan agudo, a la larga, nunca trae nada bueno: acrecienta las desigualdades económicas entre regiones, provoca desastres ecológicos y complica la organización armónica de las infraestructuras.
Y todo por el ladrillo especulativo y el turismo de baratillo. Así nos va.
No siempre fue así. De hecho, históricamente, los españoles siempre hemos vivido repartidos de un modo bastante más equitativo. Castilla siempre estuvo mas poblada de lo que esta ahora, y los secarrales de Alicante, Murcia o Almería nunca aguantaron tanta población como en la actualidad.
Un desequilibrio demográfico tan agudo, a la larga, nunca trae nada bueno: acrecienta las desigualdades económicas entre regiones, provoca desastres ecológicos y complica la organización armónica de las infraestructuras.
Y todo por el ladrillo especulativo y el turismo de baratillo. Así nos va.
1 comentario:
Juan, te recomiendo un blog " la egoteca de un antipático". Bss
Fuen
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