Lo encontraron tirado en la playa de Maspalomas. Vestía con ropas aparentemente costosas, de corte exótico. Todavía jadeaba, pero con enorme dificultad. La respiración artificial no sirvió de nada. Inhaló su ultima ráfaga de aire allí mismo, tirado sobre la arena blanca. La patera, pintada de colores vivos y repleta de paquetes envueltos con primor, apareció días después a la deriva en alta mar. Al subsahariano muerto lo llevaron a la morgue. En el bolsillo interior de un gabán verde, con aspecto de capa, apareció un documento de identidad. Solo el nombre de pila resultaba legible: “Baltasar”.
Ese año un tercio exacto de los niños españoles se quedaron sin regalos.
(Foto: Luis Echanove)
1 comentario:
Es precioso pero muy triste
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