jueves, 24 de junio de 2010

Evanescencia numerica

Padezco de una irrefrenable pulsión por contar las cosas, por enumerarlo todo. Una vez hice una estimación a ojo del número de rubias que hay en el mundo, aplicando diferentes porcentajes más o menos lógicos a los distintos países (por ejemplo: el 90% de las suecas son rubias, pero en China no hay casi rubias…en realidad el calculo se basaba en premisas falsas, porque con los años he aprendido que muchas nórdicas son en realidad oxigenadas). En otra ocasión perdí un par de horas buscando en un anuario estadístico de Naciones Unidas si era posible identificar, entre tantas cifras, a algún individuo concreto. Descubrí, en las tablas sobre población activa, que en las islas Marshall hay un solo minero. Ese tipo, sin saberlo, es el único sujeto individualizado en las estadísticas mundiales, el único que puede señalar con su dedo un dato en ese grueso volumen y decir: 'ese soy yo'. Menos mal que estas absurdas tareas a las que ocasionalmente me dedico no están clasificadas como desordenes mentales, porque si no, me temo que ya me habrían valido una estancia en el manicomio.

Con toda la larga introducción anterior solo pretendía justificar que hace unos meses llevé a cabo el banal ejercicio de decidir cuales son los veinte lugares del mundo (de entre aquellos que conozco), que más me gustan. Ese gustarme, netamente subjetivo, lo baso en una combinación de elementos tales como la belleza objetiva del sitio, su atmosfera y, por supuesto, el recuerdo grato que conservo del lugar. Esta es pues la lista de mis escondites favoritos en el mundo, en orden aleatorio:

Venecia, Florencia, la bahía de Halong (en Vietnam), Split (en Croacia), Petra, Río de Janeiro, Jerusalén, las ruinas de Copán (en Honduras), Jaisalmer, el valle de Kulu y Ladakh (todos ellos en la India), Luang Prabang (en Laos), la isla de Corón (en Filipinas), el archipiélago de los Roques (Venezuela), la isla de Skie (en Escocia), Londres, Echauen, Capadocia, París y el valle de Katmandú.

Habiendo ya completado mi lista, tuve hace poco la oportunidad de viajar durante una semana por Svanetia, un remoto valle del Cáucaso georgiano celebre por sus cumbres nevadas, sus bosques y sus pueblillos de torres medievales de piedra. De inmediato comprendí que ese lugar maravilloso debía ocupar un puesto preponderante entre los sitios más bellos del Planeta. Pero mi lista ya contaba con veinte entradas… ¿qué hacer, pues?... con mucho esfuerzo, tomé la decesión de degradar a alguno de los destinos en mi lista; Río de Janeiro, por ejemplo. Así que intenté olvidarme de sus maravillosas playas llenas de vida, de sus frondosa montañas de piedra caliza, del sabor de sus diferentes barrios…y lo hice con tanto acierto que, hoy, afortunadamente, Río ya no existe en mi memoria.
Fotos: Luis Echanove (Venecia) y Juan Echanove (Svanetia)

1 comentario:

Anónimo dijo...

que suerte tienes de conocer tantos lugares tan maravillosos y sobre todo tenerlos tan presentes en tu cabeza.