miércoles, 30 de junio de 2010

Amigas y amigos

Una muy buena amiga me pide que incluya en este blog una reseña sobre la amistad entre un hombre y una mujer. El principal asunto a dilucidar, me plantea, es si tal forma de relación humana es en verdad posible. Obviamente, la cuestión es en sí misma contradictoria, porque ella es mi amiga, lo cual prueba que dos personas de distinto sexo pueden en verdad mantener una amistad. Tal vez si yo tuviera ahora veinte años mi óptica seria diferente. Durante la fase del subidón hormonal, al menos nosotros (los hombres) tenemos serias dificultades para diferenciar entre ser amigos de una chica y algo más, pero entiendo que cuando dejas de ser joven ese tipo de esquizofrenia se diluye.

Debo decir que, pese a que estoy escribiendo esto y por tanto respondiendo a la solicitud de mi amiga, me siento especialmente incapacitado para aportar nada sensato en un debate así, por al menos dos razones: la primera y principal es porque mi inteligencia emocional es aproximadamente la misma que la de un hombre de las cavernas, y la segunda porque basta que me encarguen algo para que me sienta especialmente nervioso y por tanto incapaz de expresar nada coherente por escrito.

Ante tales dificultades, lo único que me queda es echar mano de mi (limitada) experiencia como amigo de mujeres. Y hete aquí el resultado: Sí, tengo buenas amigas. Y sí, mi amistad con ellas supongo que es diferente a mi amistad con otros hombres. No me refiero a hablar o no de fútbol (yo de fútbol hablo poco en general, por ignorancia suma). Tampoco considero que haya una diferencia sustancial en cuanto al grado de sinceridad y comunicación que se puede mantener con una amiga respecto al que se establece con un amigo. Es simplemente una forma de amistad distinta. Hay cosas que nunca diría a mis amigas mujeres, y algunas otras que a lo mejor nunca compartiría con mis amigos hombres. Pero tampoco sé exactamente cuales son esas cosas. Bien pensado, creo que simplemente, mantengo amistad con seres humanos, y el hecho de que cada uno de ellos sea único y diferenciado hace cada amistad concreta completamente diferente a cualquier otra, al margen de su sexo. El que se trate de un amigo o de una amiga marca una cierta discrepancia, no muy distinta, en grado, a otras muchas posibles (por ejemplo, la amistad de toda la vida versus la amistad reciente con alguien muy diferente a ti pero con el cual has compartido situaciones especialmente intensas o extraordinarias).

Cada amistad es un planeta diferente, con sus reglas propias, sus linderos y sus caminos posibles.

(Foto: Ignacio Huerga)

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