
Debo decir que, pese a que estoy escribiendo esto y por tanto respondiendo a la solicitud de mi amiga, me siento especialmente incapacitado para aportar nada sensato en un debate así, por al menos dos razones: la primera y principal es porque mi inteligencia emocional es aproximadamente la misma que la de un hombre de las cavernas, y la segunda porque basta que me encarguen algo para que me sienta especialmente nervioso y por tanto incapaz de expresar nada coherente por escrito.
Ante tales dificultades, lo único que me queda es echar mano de mi (limitada) experiencia como amigo de mujeres. Y hete aquí el resultado: Sí, tengo buenas amigas. Y sí, mi amistad con ellas supongo que es diferente a mi amistad con otros hombres. No me refiero a hablar o no de fútbol (yo de fútbol hablo poco en general, por ignorancia suma). Tampoco considero que haya una diferencia sustancial en cuanto al grado de sinceridad y comunicación que se puede mantener con una amiga respecto al que se establece con un amigo. Es simplemente una forma de amistad distinta. Hay cosas que nunca diría a mis amigas mujeres, y algunas otras que a lo mejor nunca compartiría con mis amigos hombres. Pero tampoco sé exactamente cuales son esas cosas. Bien pensado, creo que simplemente, mantengo amistad con seres humanos, y el hecho de que cada uno de ellos sea único y diferenciado hace cada amistad concreta completamente diferente a cualquier otra, al margen de su sexo. El que se trate de un amigo o de una amiga marca una cierta discrepancia, no muy distinta, en grado, a otras muchas posibles (por ejemplo, la amistad de toda la vida versus la amistad reciente con alguien muy diferente a ti pero con el cual has compartido situaciones especialmente intensas o extraordinarias).
Cada amistad es un planeta diferente, con sus reglas propias, sus linderos y sus caminos posibles.
(Foto: Ignacio Huerga)
No hay comentarios:
Publicar un comentario