El era cooperante en un país en guerra. Ella estudiante y traductora. Los dos en la encrucijada. Se amaron intensamente, como tal vez solo dos jóvenes en tiempos turbulentos pueden hacerlo. Caminaban por los parques hasta entrada la noche, acudían a conciertos de rock, cenaban en pizzerías, hablaban hasta agotar las palabras y después dejaban hablar a sus cuerpos. Viajaron juntos a Sicilia y a Pompeya, a Istria, y a Venecia. Vivian cada segundo como si se les fuera la vida en ello. Se poseyeron al límite, y también al comienzo, como si el mundo se acabara, o estuviera a punto de comenzar. Fueron solo unos meses, meses que valen años, meses que son una vida entera.
Un día él se marchó. Regresó a su país. Rompió con ella por carta, cobardemente. El quería rehacer el pasado con su novia de juventud. Hubo daño y dolor. Daño prematuro, daño atroz, como un viento. Dolor mudo, dolor grande como un mar. No volvieron a verse nunca. Sus vidas se alejaron por completo.
Dieciséis años después alguien le envió una foto reciente de ella y su dirección de correo electrónico.
Y el la escribió, para pedirla perdón. Dieciséis años después.
Un día él se marchó. Regresó a su país. Rompió con ella por carta, cobardemente. El quería rehacer el pasado con su novia de juventud. Hubo daño y dolor. Daño prematuro, daño atroz, como un viento. Dolor mudo, dolor grande como un mar. No volvieron a verse nunca. Sus vidas se alejaron por completo.
Dieciséis años después alguien le envió una foto reciente de ella y su dirección de correo electrónico.
Y el la escribió, para pedirla perdón. Dieciséis años después.
(Foto: Luis Echanove)
3 comentarios:
Me ha gustado mucho, tan romántico.
Creo ver una pasada realidad
Que romantico eres, en estos tiempos tan materialistas da gusto encontrar a peersonas así
esta historia tan bonita ¿pudo ser una realidad? me ha gustado mucho es muy romantico
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