El fundamentalismo religioso en Estados Unidos
(Extracto de "Ecos del Desierto")
Puede que tenga razón Harold Bloom cuando afirma que, por encima de su gran su mosaico de confesiones, Norteamérica ha creado una nueva religión, más inspirada en el gnosticismo, una antigua mística de la salvación, que en el cristianismo. Una religión de matriz pre-cristiana que permite proclamar a George W. Bush que Dios está con ellos, que Dios les conoce y les ampara. Una cultura en la que el relato bíblico colma la ausencia de profundidad histórica. El célebre “Dios bendiga a América” es una declaración de fe manifiestamente tribal. No se puede comprender cabalmente la historia de los Estados Unidos si no se toma en consideración toda esa corriente ideológica consistente en considerarse un pueblo especialmente elegido por Dios para redimir una tierra virgen y a la larga, el mundo entero a partir de los valores de la libertad, la democracia y el libre mercado.
Esta corriente de pensamiento bebe directamente del Antiguo Testamento, del que tan amante fueron los primeros norteamericanos desde los tiempos de los Padres Peregrinos. Dicha corriente ultra-radical, materializada en la llamada “guerra contra el Terror”, ha gobernado los designios del pueblo norteamericano durante la administración Bush como nunca antes en la historia de la gran democracia americana. George W. Busch es, desde 1985, un cristiano renacido. En el 2004 declaró que “Estados Unidos ha sido bendecido gracias a nuestra fe en Jesús. El mundo entero tiene los ojos puestos en nuestro país y espera que le guiemos por los caminos de la moral”.
La Norteamérica brillante, laica y la vez mística que profetizó Ralph Waldo Emerson, ha permanecido varios años enterrada bajo en oscuro manto de la ambición petrolera y la plutocracia de los lobbies y las grandes corporaciones, pero –no me cabe la menor duda- resurgirá un día como faro de libertades.
(Foto: Luis Echanove)
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