(A Marta)
He olvidado casi todo de aquellos tiempos…salvo ese olor. No diré a qué, ni de quién, ni cómo, ni cuándo. Los olores no hay que guardarlos en frascos, ni ponerlos nombre. Basta con recordarlos despacio; aspirarlos de nuevo; dejarse sumergir en ese vaho mitad de fragancias, mitad de memorias.
El frío de aquel invierno croata se escondió para siempre bajo la piel. No hay añoranza que pueda atraer los olores. Llegan solos, de repente, y se asientan bajo la dermis, como aquel frescor del noviembre balcánico.
El olor vino de nuevo a mí esta mañana; intenso, escondido entre las líneas de una carta breve. Y lo aspiré otra vez. Sentí frío y calor al mismo tiempo. Frío por los 14 años transcurridos desde entonces. Calor porque, al fin y al cabo, ocurrió ayer, ocurre ahora, ocurrirá siempre.
Cae tal vez la nieve sobre Zagreb, un invierno más.
He olvidado casi todo de aquellos tiempos…salvo ese olor. No diré a qué, ni de quién, ni cómo, ni cuándo. Los olores no hay que guardarlos en frascos, ni ponerlos nombre. Basta con recordarlos despacio; aspirarlos de nuevo; dejarse sumergir en ese vaho mitad de fragancias, mitad de memorias.
El frío de aquel invierno croata se escondió para siempre bajo la piel. No hay añoranza que pueda atraer los olores. Llegan solos, de repente, y se asientan bajo la dermis, como aquel frescor del noviembre balcánico.
El olor vino de nuevo a mí esta mañana; intenso, escondido entre las líneas de una carta breve. Y lo aspiré otra vez. Sentí frío y calor al mismo tiempo. Frío por los 14 años transcurridos desde entonces. Calor porque, al fin y al cabo, ocurrió ayer, ocurre ahora, ocurrirá siempre.
Cae tal vez la nieve sobre Zagreb, un invierno más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario