lunes, 19 de noviembre de 2007

Las historias del gusano barrenador


Física y química
Las risas de los niños golpean las paredes de conglomerado. Las aulas calientes se oscurecen al mediodía. El calor pastoso hace vibrar el aire con parsimonia. Contrasta esa calma chica de vapor estático con el correr incesante de los niños. Unos cuantos se arremolinan ante la pila para sacudir el lampazo después de fregar. En el perímetro de la escuelita varios jirones de plástico hondean atrapados en las púas del alambre espino, como banderolas mágicas de algún culto tibetano. Pero no es el Tibet. Es el distrito once de Ciudad Sandino.

En la calle polvosa un hombre azuza al caballo agotado. Carga en su carretón melones amarillos del tamaño de pelotas de jugar a los bolos. Unas varas más adelante otro carretón, con otro hombre azuzando a un caballo igualmente agotado transporta otros melones amarillos. Chapotean los cascos de ambos caballos cuando cruzan los charcos hediondos que salpican la calleja.

En la esquina la mujer que vende tortillas se abanica con un pedazo de periódico, con el rictus apesadumbrado del mediodía. Esa tez arrugada como la piel de los melones amarillos que los carretones transportan. Esos labios doblados y la mirada posada en la nada. No cabe duda: aquella vendedora se encuentra aplastada por el momento, como atrapada en una jaula cuyos barrotes son los instantes solidificados. Todo se derrite al medio día, menos la sensación plomiza del tiempo en suspenso.

El aire acarrea las voces de los muchachos en la escuela, y las encamina, calle abajo, en dirección al lago. Y allá las vierte, y sobre las aguas flotan hasta cruzarlo. Las voces sobrevuelan los raudales del río San Juan y rompen contra el Caribe en una espuma de burbujas frías y diminutas. Después trazan un curso errático por el Atlántico y se dispersan por los mares que bañan todos los continentes.

Y es así, en forma de risas y gritos infantiles, como el tiempo, petrificado en el distrito once de Ciudad Sandino, un mediodía cualquiera abandona su cascarón transparente y se diluye en el ancho mundo.

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