Una vez me encontré con el segundo siguiente…ese que siempre está por llegar, ese que aguarda tras la esquina del silencio para huir a la carrera en cuanto uno dobla la calle del presente. Di con él de bruces. La sorpresa mutua fue mayúscula. El segundo siguiente se sentía descubierto, arrinconado y algo ansioso. Yo le miraba atónito, pero cara a cara. Sus ojillos inquietos pedían conversación. “Escúchame y vete, vete a un lugar donde encuentres el sol”, me dijo. “Eso que me has dicho”- contesté- “lo escuché en una canción hace ya mucho tiempo”. Y supo que era verdad.
(Foto de Luis Echanove)
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