Sí: me inspira el ronronear
sordo de los motores
y el silencio del vecino de mi asiento.
Escribo aquí, en lo alto, a muchos pies,
con las dos manos y en un portátil.
Que mísero momento creativo,
presurizados versos,
volátil poesía pasajera.
El universo cabe en la aeronave.
La humanidad es solo este pasaje
y fuera queda el éter ignorado,
de todo lo demás, del mundo enorme.
No hay nada ajeno ya del fuselaje;
un útero metálico en el cielo,
en busca del poema aterrizado.
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