jueves, 15 de marzo de 2012

Mi casa la palabra

Por aquel camino se llega al mar,
por aquel sendero largo y solitario…

Luisa Antolín

Luisa Antolín (Chiki, para muchos de nosotros), es, además de amiga imprescindible desde hace veinte años -¡el tiempo vuela, como, los trapecistas en sus pértigas!-, cuentista, amante de las letras, de los senderos, del color del mar en Menorca y… de los versos. Y tanto la gustan a Chiki los versos que, hace ya algunos años, comenzó ella también a escribirlos con ahínco y a conciencia, sufriendo ese dolor cruel de combatir con las palabras cuando no llegan, y esa alegría de descubrirlas solas cuando aparecen en el papel mágicamente. Pero al final, en sus poemas, ese conflicto apenas sí se intuye, porque en la poseía de Chiki cada estrofa, como hilvanada en un telar mágico, brota sola y firme, como surgida de un mundo que ya conocíamos, aunque lo hubiésemos olvidado.

Cada palabra en los versos de Chiki es certera como el dardo; ocupa ese lugar misterioso que pareciera corresponderle desde siempre.  Chiki escribe pinar, sendero, sangre o espejo y, de solo leerlas, se obra en nosotros el milagro de estremecernos. Y uno a veces con sus versos llora en silencio, y otras veces sonríe…Chiki conoce el secreto de la comunicación con las entrañas, con lo primigenio, con eso que llevamos dentro que, de tan antiguo, resulta nuevo cada vez que aflora.

Chiki nos escribe desde dentro de ella misma, con una autenticidad desbordante, con sabor a bocanada de aire fresco en una tarde larga de verano; y además lo hace con la pericia de la artesana que pule su obra antes de ofrecerla. Por eso sus poemas, además de emocionarnos, nos producen respeto: el respeto ante la maestría.

Y todo esto viene a cuento de contaros que Chiki ha estrenado blog – Micasalapalabra, se llama, y está aquí: http://saturnia-vuela.blogspot.com/. Si tenéis curiosidad por sus versos y otras creaciones, asomaros a su lago virtual…y ya veréis: terminareis nadando en él (¡o sumergiéndoos dentro!). Disfrutadlo. 

Foto superior: Luis Echanove, inferior: Ilustración de Juanma Santome 

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