
De tales experimentos, uno de los más curiosos es ese que consiste en convivir intensamente unos cuantos días con personas variopintas a las que, hasta entonces, no conocías absolutamente de nada. Esto mismo me acaba de suceder recientemente, durante mi estancia en Budapest. El motivo del viaje era acudir a un curso de la Unión Europa. Allí coincidí con personas de una docena de países diferentes, de variadas edades y profesiones.
El caldo de cultivo de esa completa ignorancia del otro fomenta un tipo de relaciones novedosas, a veces muy intensas y sinceras. Así, de pronto te sorprendes ante la franqueza de un veterinario honesto y bondadoso que te confiesa, a calor de unas cervezas, que ha vivido varios años angustiado y laboralmente relegado, trabajando para un jefe corrupto. Las burócratas bálticas que parecían tan serias, se arranca a cantar espontáneamente en una noche de juerga. El científico italiano de las preguntas inteligentes te ofrece su ayuda y consejo para enderezar un importante proyecto que tenías empantanado. Y el muchacho ucraniano te revela entristecido que gana ciento cincuenta dólares al mes, el equivalente a la renta mensual de la habitación en la que vive.
Y entonces llega el día de la despedida. Intentas prolongar una última conversación antes de la partida. Sabes que a la mayoría no volverás a verlos nunca más y que esa convivencia fresca ha sido para todos un paréntesis extraño y renovador en las vidas cotidianas. Sientes una tristeza noble, y echas la culpa a la tarde soleada, o a los pájaros alborotos antes de la noche.
(Dibujo: Ignacio Huerga)
2 comentarios:
Hola Juan!!, tu blog está excelente, me encantaría enlazarte en mis sitios webs. Por mi parte te pediría un enlace hacia mis web y asi beneficiar ambos con mas visitas.
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besos
Catherine
Con esa vida tan variopinta que llevas, no me extraña que conozcan tanta gente tan distinta, es genial.
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