Hace unos meses publiqué en el número 95 de la revista Tiempo de Paz (*), el articulo titulado 'URSS: la herencia mal repartida. Inequidad, pobreza y conflictos tras la caída de la Unión Soviética'. Esta es la introducción del mismo:
Se han cumplido veinte años de la caída del Muro de Berlín, el acontecimiento histórico que simbolizó el principio del fin de la Guerra Fría y de la hecatombe del paradigma comunista. A veces la historia alcanza una velocidad vertiginosa, como si los sucesos cobraran vida propia fuera del control de los sujetos políticos. La caída del Muro fue, sin duda, uno de tales instantes de vértigo en la línea de la Historia. La geopolítica actual, la economía internacional o los movimientos sociales de nuestro tiempo solo pueden comprenderse cabalmente a la luz de ese nuevo mundo surgido desde la caída del Muro.
La caída del Muro abrió una nueva perspectiva de prosperidad y libertades en media Europa, puso fin a la amenaza nuclear mundial y dio pie a la conclusión de numerosos conflictos armados surgidos en el contexto del mundo bipolar (Nicaragua, El Salvador, Angola, Mozambique). Conviene, no obstante, considerar también las sombras del proceso. El fin del comunismo trajo consigo, en las repúblicas de la extinta Unión Soviética, conflictos nuevos, de violencia desorbitada. También provocó fracturas sociales, aún en gran medida abiertas, y generó un aumento galopante de la pobreza en la antigua URSS. El balance global del proceso, sin duda positivo, no debe llevarnos a cerrar los ojos ante tales calamidades y a analizar, con la perspectiva de estos veinte años, hasta que punto pudieron haberse evitado - o al menos aminorado- los lados más oscuros de la desintegración soviética y de la apertura de las ex repúblicas socialistas a la economía de libre mercado.
Se han cumplido veinte años de la caída del Muro de Berlín, el acontecimiento histórico que simbolizó el principio del fin de la Guerra Fría y de la hecatombe del paradigma comunista. A veces la historia alcanza una velocidad vertiginosa, como si los sucesos cobraran vida propia fuera del control de los sujetos políticos. La caída del Muro fue, sin duda, uno de tales instantes de vértigo en la línea de la Historia. La geopolítica actual, la economía internacional o los movimientos sociales de nuestro tiempo solo pueden comprenderse cabalmente a la luz de ese nuevo mundo surgido desde la caída del Muro.
La caída del Muro abrió una nueva perspectiva de prosperidad y libertades en media Europa, puso fin a la amenaza nuclear mundial y dio pie a la conclusión de numerosos conflictos armados surgidos en el contexto del mundo bipolar (Nicaragua, El Salvador, Angola, Mozambique). Conviene, no obstante, considerar también las sombras del proceso. El fin del comunismo trajo consigo, en las repúblicas de la extinta Unión Soviética, conflictos nuevos, de violencia desorbitada. También provocó fracturas sociales, aún en gran medida abiertas, y generó un aumento galopante de la pobreza en la antigua URSS. El balance global del proceso, sin duda positivo, no debe llevarnos a cerrar los ojos ante tales calamidades y a analizar, con la perspectiva de estos veinte años, hasta que punto pudieron haberse evitado - o al menos aminorado- los lados más oscuros de la desintegración soviética y de la apertura de las ex repúblicas socialistas a la economía de libre mercado.
(*) Tiempo de Paz es una publicación monográfica de análisis e investigación sobre temas relacionados con cooperación, desarrollo, conflictos internacionales, entre otros, abordados por reconocidos especialistas en la materia. Tiempo de paz es editada por el Movimiento por la Paz.