Le esperaban en la montaña, tal vez agazapados en una cueva, o escondidos tras de uno de los escasos árboles. No sabía donde exactamente, sólo contaba con la certeza de que le esperaban en la montaña, arriba del todo. Comenzó a subir. La tarea era ardua. La cumbre parecía alejarse con cada paso. Así que, finalmente, decidió no llegar hasta la cima. Se quedo allí abajo, mirando el monte inmenso, refugiado en una vieja casa de piedra, tal vez una ermita abandonada. Quien sabe. El asunto es que no subió. Descender era reconocer una derrota. Se quedó pues allí, a mitad de camino, junto a un prado de yerba brillante.
Pero le esperaban en la montaña, arriba del todo.
Pero le esperaban en la montaña, arriba del todo.
Foto: Juan Echanove
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