La puerta que separa lo posible de lo imposible nunca está cerrada del todo.
En las ultimas semanas se han producido dos noticas extraordinarias. Afortunadamente no están relacionadas con la crisis económica, ni con el Mundial de Fútbol en ciernes. Tampoco tienen nada que ver con algún conflicto internacional. Son, desde cierto punto de vista, mucho más importantes que todo eso.
Hay un individuo en la India que dice llevar cuarenta años sin probar bocado ni beber ni gota de agua. Vive en una cueva, y se pasa el día meditando. Afirma que se alimenta de energía espiritual. El mes pasado 38 médicos del ejército indio le sometieron a un control exhaustivo durante 72 horas en un hospital de Nueva Delhi, siguiendo estrictos protocolos científicos para dilucidar si aquello se trataba de un milagro o de una impostura. Efectivamente, durante ese tiempo el sujeto no ingirió comida ni bebida alguna (supongo que tampoco fue al baño), y, lo que resulta más sorprendente de todo, no dio muestras de debilitamiento, ni perdió peso. Su salud, a juicio de los expertos, era excelente. Es díficil no replantearse la dimensión trascendente de la vida ante una noticia así. Tal vez, a fin de cuentas, hay una chispa divina que se escapa a nuestro control.
La semana pasada un equipo de científicos logró crear el primer organismo vivo artificial. Bien es cierto que se trata de una simple bacteria, pero una bacteria es vida. También es verdad que el ADN utlizado en el proceso procedía de bacterias 'naturales'. Pero eso no le resta importancia alguna al asunto. Una barrera se ha roto: El misterio de la vida se ha comenzado a rasgar. Esta noticia pues, nos lleva a una reflexión en el sentido opuesto a la anterior: Tal vez, a fin de cuentas, el ámbito de lo divino se esté esfumando.
Y cuando sopeso ambas noticias a la vez, el resultado es chocante. Entre el más ayá y el más acá, entre lo posible y lo imposible, no hay puerta tapiada. Tan sólo una puerta, sí, pero una puerta que a veces se abre, y otras veces se cierra.
(Foto: Juan Echanove)
1 comentario:
no estoy de acuerdo, a pesar de todo para mí lo DIVINO está por encima de todo, aunque en estas dos ocasiones sean sorprendentes besos
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