Te veo jugando, Juan, hijo mío, con tu mirada absorta en como colocar los soldados ingleses que rodean el fuerte. Levantas los ojos, presintiendome allí, bajo el marco de la puerta. Me regalas una sonrisa rápida, y vuelves en menos de medio segundo a enfrascar tu mente en aquella batalla sobre el parquet del cuarto. "Papá" -me dices con esa voz ronca tan enorme para un cuerpo tan menudo, mientras maniobras a las fuerzas invasoras con tus hábiles manos de siete años - "papá, me gusta esta tarde". Y yo quiero responderte, hijo mío, que yo daría mi vida entera por este segundo tuyo.
(Foto: Eva Pastrana)
1 comentario:
Qué bonito Juan.
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