El calor atrae a los recuerdos y los deja, como abandonados, sobre el suelo de baldosas de la terraza. Una rendija del pasado se ha abierto en el cielo de la tarde. Te asomas por esa mirilla y no sabes si lo que por ella intuyes te alegra o te entristece.
Unas voces de niños suenan a lo lejos, y luego el chapuzón en la piscina, y no entiendes si es hoy, o si es ayer...o si este ahora es siempre.
(Foto: Luis Echanove)
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