Me aturulla la brutal inmensidad de la información reunida en Internet. Por ejemplo, casi siempre que uno se equivoca tecleando alguna palabra en Google, obtiene invariablemente resultados. La red virtual funciona pues como la imaginaria biblioteca del cuento de Borges, esa que contenía todos los libros posibles en cualquier idioma, hasta en las lenguas aún no inventadas. Escribo, por ejemplo, 'anguztia' en lugar de angustia y me aparecen no obstante 5.010 resultados en el buscador, incluyendo varios relativos a un grupo de reguetón puertorriqueño. También aparecen enlaces a varios blogs cuyos autores han reemplazado todas las letras ces y las eses por zetas. Incluso me topo con una mujer llamada Anguztias Muntalban, residente en Filipinas.
Harto pues de saber que, invariablemente, busque lo que busque en Internet, algo siempre se encuentra, he decidido perder mi tiempo tratando de dar con la excepción que confirme la regla, y hallar alguna palabra, expresión o frase muy sencilla pero nunca empleada en el mundo virtual.
La tarea ha resultado mucho fácil de lo que pensaba: Nadie nunca había escrito en Internet la frase que da titulo a esta entradilla. Lo mas sorprendente del caso es que tampoco nadie nunca ha colocado en la Web la frases 'yo asgo el manillar', 'yo asgo la palanca', 'yo asgo la barandilla' o 'yo asgo' cualquier otra cosa. Nadie nunca ha asido nada en Internet.
Para delicia de los filósofos y otros amantes del absurdo, he comprobado que, en cambio, Google ofrece varios miles de resultados para 'Yo asgo', así, ha secas. Todos ellos, invariablemente, aparecen en tablas de conjugación del verbo asir. Parece pues muy importante, por alguna razón inescrutable, que los hablantes de español sepan conjugar correctamente un verbo que, no obstante, no utilizan, al menos en él mundo virtual.
Descubrir que hay algo todavía nunca escrito en el universo Internet me genera una enorme tranquilidad interior. Internet no es un Cosmos cerrado, no es un mundo concluido. Aun hay espacios vírgenes por explorar, agujeros por tapar en la Red.
Haber sido el primero en llenar una de esas últimas lagunas me produce, por el contrario, una gran desazón. Me siento como un explorador decimonónico descubriendo una tribu por vez primera y a la vez contagiándoles una forma de constipado para la que los indígenas no estaban inmunizados. Más me hubiera valido no haber escrito nunca ese titulo en el blog y mantenerme el sueño del universo virtual incluso, en el que nadie ase nunca ningún objeto.
Ojala, pese a esta entradilla, Internet siga ignorando que yo asgo la sartén por el mango.
(Foto: Luis Echanove)
1 comentario:
Es cierto (a la par que interesante y divertido).
De todos modos la cosa tiene truco, porque si ya es difícil que alguien utilice el verbo asir –y no agarrar, por ejemplo-, más difícil es que lo que asga sea justamente una sartén, que lo haga en primera persona de presente de indicativo, y que encima utilice el pronombre, que en castellano se suele omitir.
Por ejemplo, si uno lanza en google “asgo un pote”, encuentra una receta. Si uno no limita el objeto y pone simplemente “asir diferentes”…los resultados empiezan a aparecer.
En realidad el mismo fenómeno se produce con otros muchos verbos, como "muñir", "aviar", "abantar", etc… La búsqueda arrojará fundamentalmente conjugaciones. Y casi cualquier frase que uno haga con ellos será inédita.
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