El secreto mejor escondido está ahí mismo, delante de tus narices. No cuesta dinero encontrarlo ni hay que excavar profundo para dar con él. No es un secreto misterioso ni sorprendente. Es más bien un secreto a voces, sí, pero a voces mudas. El mapa para hallarlo está trazado en el polvo tenue sobre tu escritorio, en la arena de las playas que has pisado, en el contorno de las manchas de bolígrafo de tu infancia y en las formas de las nubes que mirabas cuando soñabas despierto.
(Foto: Nacho Huerga)
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