que deja una canción
cuando termina.
El paisaje fugaz
de un tren en marcha.
La promesa sugerida.
El trazo en un boceto.
La luz tenue.
El susurro quedo.
Las lagrimas que no se lloran.
El libro que nadie ha abierto.
El hueco entre dos viñetas.
Las lindes, los senderos, los atajos.
La mirada robada.
La llamada en espera.
El numero erróneo.
Las caricias imaginadas.
El árbol que no se mira.
Las olas que ya se han roto.
Un verso que Machado
nunca lograba acabar.
Las horas mustias,
sin ruido, de la tarde.
Los minutos aguardando
el segundo insondable.
viernes, 27 de mayo de 2016
sábado, 14 de mayo de 2016
Katmandú
Hoy vuelvo a Nepal después de 25 años. Aquella primera vez viajaba más ligero de equipaje . Tenia 22 años recien cumplidos. He encontrado en mi cuaderno de notas de aquella aventura, algunos párrafos, que aquí transcribo.
19 de agosto, 1991
Escribo en el hotel, de
noche. Acabo de matar a una hormiga. Todo
corre a favor nuestro en Nepal. La comida y el alojamiento se adaptan al gusto
occidental, del que aún no sabemos bien cómo librarnos. Katmandú es de un color
fantástico. Los edificios de la ciudad vieja, de ladrillo roído y madera oscura
tallada, hechizan. Por fin hoy logramos contemplar a los lejos el Himalaya. Al
mediodía chispeó y el cielo permaneció gris durante el resto de la tarde. La
vida nos es grata aquí. Al fondo de nuestra memoria venidera se yergue la sombra inmensa de una Calcuta a
la que no dejo de temer.
Ayer asistimos a tres
cremaciones junto al río. Miré fijamente largo tiempo al cadáver envuelto en
paño naranja y cubierto con polvo de colores y coronas de flores. Colocaron el
cuerpo sobre la pira, prendieron fuego y sus miembros se doblaron, rígidos como
ramas y se abrasaron en poco tiempo. Carne de hombre quemada. Cuerpo inmóvil
entre el fuego. En el río, los niños no dejaban de jugar. Tomábamos fotos. Y el
cadáver ardía. Ardía. Hasta consumirse. Arrojaron a las aguas las cenizas. La
plataforma de cremación quedó desnuda, a la espera de otros cuerpos, de nuevos
fuegos, de savia para teñir de gris la corriente perpetua del río de escaso
caudal.
Ayer un cadáver me miró
largo rato y, através de su paño naranja, me habló, con la voz del fuego
crepitante. Ayer mi alma se dobló en dos partes, y vuelta sobre si misma, casi
temió quemarse.
25 de Agosto, 1991
Una noche en la pensión
de Katmandú. Las imágenes de los templos y los colores chillones de los campos
de arroz se arremolinaban en nuestras cabezas, frágilmente sostenidas por unos
cuerpos cansados de caminar y malcomer. Por delante nos esperaban semanas y más
semanas de vagabundeo entre olores de tandori, trenes nocturnos y laberintos de
callejuelas en ciudades azules.
Una noche en la pensión
de Katmandú. Con Rajastán y Deli a las espaldas y Benarés, Calcuta o Ladakh por
delante. Una noche más, una noche menos, de un viaje al fondo de nosotros
mismos.
viernes, 13 de mayo de 2016
La hoguera de las vanidades
Mientras esto escribo, un incendio de dimensiones apocalípticas, con llamas de más de veinte metros de alto, expulsa a la atmósfera cantidades ingentes de denso humo sazonado con productos químicos en combustión altamente tóxicos. Miles de toneladas de neumáticos, acumuladas en un infame vertedero ilegal durante décadas, arden sin control. No sucede en Bangladesh o en Nigeria, no…sucede no muy lejos de la ciudad de Madrid, y a escasos quinientos metros de un barrio de doce mil viviendas construido en los peores años de la especulación inmobiliaria, por un matón de tres al cuarto devenido en constructor millonario y llamado el Pocero.
En el mundo civilizado, los neumáticos se reciclan para usos diversos; pero
en la siniestra España del pelotazo, de los alcaldes corruptos y de las administraciones autonómicas
que se lavan las manos, en la España del ‘ande yo caliente’, los neumáticos, en cambio, se tiraban al campo, convirtiéndose en un elemento más de ese paisajismo de lo
cutre que ha arrumado tantos rincones de mi maravilloso país.
Tardará horas, o tal vez días, en apagarse este fuego infernal, pero sus
efectos irreparables sobre el medio ambiente circundante, la contaminación de
los suelos y acuíferos que está provocando o, aún peor, los daños gravísimos en
la salud de las miles de familias ahora expuestas a infecciones
respiratorias y la alta exposición a substancias cancerígenas…esos efectos tardarán meses, años o lustros en apagarse. Como mi rabia y mi tristeza.
Etiquetas:
corrupción,
crisis,
desastre,
ecología,
España,
medio ambiente
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Enlaces y desenlaces
- Articulo sobre los cultivos transgénicos, El País, 2016
- Entrevista en el Georgian Journal, 2015
- Viñetas didácticas sobre agricultura, 2014
- Condecoracion con la Orden del Toisón de Oro, Georgia, 2015
- Articulo de la FAO, 2009
- Entrevista despues del huracan Katrina, Filipinas, 2009
- Articulo sobre cambio climático y bosques, Filipinas, 2009
- Recuento de cooperantes en el mundo, ACP, 2005
- Articulo sobre Palestina en El Pais, 2001
- Articulo sobre Guatemala, 1997
- Breve sobre guerra de Los Balcanes, El País, 1995