Pocos veces en tiempos recientes un concierto de percusión había levantado tanta expectación. Las entradas se agotaron el mes pasado, y en la reventa, triplicaron su precio.
Nadie, del numerosísimo publico que abarrotó el campo de futbol del Recreativo de Huelva quedó ayer defraudado por el espectáculo con el que, una vez más, la We All Are Humans Band deleitó a sus entregados seguidores. Desde el primer instante todo el graderío se dejó cautivar por los frenéticos y a la vez armoniosos sonidos del repiqueteo atronador de los tambores, las tumbadoras y bongos. La electrizante atmosfera del ritmo, acompasada por los ingeniosos juegos de luces en el escenario, provocaban en la audiencia una especie de hechizo magnetizante, que atrapaba las voluntades y hacía arrancar chillidos de jolgorio entre los asistentes.
El programa, como era previsible, se inició con algunos de los temas más conocidos del último album de la banda. Los sones tronantes de My Mother Was An Animal Rights Activist despertaron auténticos sollozos entre un público totalmente volcado. Después siguieron melodías más suaves, menos conocidas por los aficionados, extraídas de los primeros discos del grupo, tales como The Moon is Ugly o el sentimental Arkanas Is Just a State of Mind.
Nadie, del numerosísimo publico que abarrotó el campo de futbol del Recreativo de Huelva quedó ayer defraudado por el espectáculo con el que, una vez más, la We All Are Humans Band deleitó a sus entregados seguidores. Desde el primer instante todo el graderío se dejó cautivar por los frenéticos y a la vez armoniosos sonidos del repiqueteo atronador de los tambores, las tumbadoras y bongos. La electrizante atmosfera del ritmo, acompasada por los ingeniosos juegos de luces en el escenario, provocaban en la audiencia una especie de hechizo magnetizante, que atrapaba las voluntades y hacía arrancar chillidos de jolgorio entre los asistentes.
El programa, como era previsible, se inició con algunos de los temas más conocidos del último album de la banda. Los sones tronantes de My Mother Was An Animal Rights Activist despertaron auténticos sollozos entre un público totalmente volcado. Después siguieron melodías más suaves, menos conocidas por los aficionados, extraídas de los primeros discos del grupo, tales como The Moon is Ugly o el sentimental Arkanas Is Just a State of Mind.
Pero fue sin duda la etapa final del concierto la que deparó las mayores sorpresas, y no solo para los fans de la banda musical, sino también para las fuerzas del orden desplegadas discretamente por el estadio de fútbol. Praxíteles Smith, el líder del conjunto, lanzó de súbito una arenga bien articulada sobre los beneficios espirituales que el sonido de la percusión genera. 'Podemos hacer percusión con cualquier cosa' -vino a decir-, y de inmediato, los más de cuarenta miembros de la We All Are Humans Band saltaron del escenario, blandiendo sus palillos y mazas de aporrear tambores, y comenzaron frenéticamente a golpear con ellos a los asistentes con saña feroz.
Este corresponsal pudo entrevistar horas después en el Hospital del Perpetuo Socorro de Huelva a algunos de los contusionados. 'Es el mejor espectáculo al que he asistido en toda mi vida', declaró una sonriente forofa del grupo, magullada gravemente en el antebrazo y en la cabeza.
(Foto: Luis Echanove)
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