jueves, 24 de mayo de 2012

Profesionales inverosímiles: Protonotarios


Hubo un tiempo en que incluía de vez en cuando en el blog entradillas dedicadas a describir empleos extraños. Ascensoristas, piratas o contadores de nubes fueron algunas de las tareas profesionales de las que me ocupé entonces.  No tenía intención alguna de retomar esta serie, pero es que ayer noche,  navegando perdido por la Wikipedia, naufragué por casualidad en la descripción de unos sujetos llamados los protonotarios, y no he podido resistirme.

Contra lo que pueda parecer, los protonotarios no son una variedad paleolítica de los notarios (por cierto: ¿existe alguna profesión más inverosímil – e inútil- que la de notario? Forrase a base de echar firmas con las que no se asume responsabilidad alguna no parece una función que aporte a la sociedad demasiado, la verdad). Los protonotarios son una categoría dentro de la compleja jerarquía de la iglesia católica, o, en palabras de la preclara Wikipedia, un protonotario es 'un  miembro del más alto colegio no episcopal de prelados en la Curia Romana'.

Lo que más caracteriza a los protonotarios es su indumentaria. Yo nunca he visto a ninguno en vivo y en directo, pero, a juzgar por la descripción wikipedistica, me los imagino a medio camino entre una drag queen  y una lagarterana en traje de gala.  Y es que, según los códigos eclesiásticos, los protonotarios, si la ocasión lo amerita,  pueden usar mantelete, llevar una birreta con borla roja y hasta ponerse un roquete de encaje. No tengo una idea muy precisa de  de lo que significa mantelete, birreta o roquete, pero hay que reconocer que son palabras graciosísimas.

Sin embargo, dice la enciclopedia virtual que desde 1969 el 'privilegio' (!!) de llevar calzado eclesiástico de seda y guantes pontifícales les ha sido prohibido. No comprendo el porqué de esta intransigencia; pobrecillos: seguro que les chiflaba ponerse el uniforme de locaza al completo, incluidos todos los complementos.

Pese a tanta banalidad estilística, la figura del protonotario no es, ni mucho menos, meramente figurativa o simbólica. Los protonotarios (cuyo tratamiento es el muy reiterativo 'Reverendissimo Signor Monsignore') ejercen 'ciertas labores concernientes a los documentos papales', aunque no me queda muy claro si siguen firmando las bulas –tarea esta que, hasta hace un siglo, compartían con otros profesionales del ramo, llamados 'abreviadores'.

El fascinante mundo eclesiástico, con su absoluta desconexión de la realidad, sus ritualismos y sus pompas constituya la mejor prueba de que, en el fondo, lo más irracional es lo más duradero.

(Foto: R.S.M. Ignatious Huerga)

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