Hay varias falsas leyendas entorno al idioma vasco, creídas a pies juntillas por muchos españoles poco informados que, para hacer honor a la verdad, conviene desmantelar. Todas ellas intentan, de una manera u otra, demostrar que el vasco no es una lengua que uno deba tomarse muy en serio, sino más bien una especie de habla residual, de segunda clase, potenciada artificialmente en los últimos años pero en realidad carente de los atributos de los idiomas 'de verdad'.
La primera de estas falacias es que el euskera no existe, y que solo cabe hablar de un conjunto de dialectos locales muy diferentes, aglutinados artificialmente en el batua, el vasco estandarizado. Es verdad que el vasco es una lengua muy fraccionada dialectalmente, como también lo son, por ejemplo, el italiano o el alemán (que le pregunten si no a alguien de Zurich si entiende bien a un ciudadano de Kiel), lenguas cuya existencia como idioma nadie pone en duda, pese a la diversidad de sus modalidades locales. Por otro lado, el propio italiano, y muchas otras lenguas en el mundo, han sido también sujetas a procesos de normalización, utilizando para ello elementos de sus diversos dialectos.
Otra de tales leyendas sostiene que el vasco es un idioma pobre en vocabulario, y que carece de términos para designar realidades diferentes a las del mundo arcaico y rural. Lo cierto es que el 'Diccionario del Euskera Actual' contiene unas 50,000 entradas. El número de registros del Diccionario de la Real Academia Española es de aproximadamente 100.000 palabras. La diferencia es sustancial…pero también lo es entre el español y el inglés, cuyo número total de vocablos se cifra entorno a los 250,000, sin que por ello a ningún estudioso inglés se le ocurra pensar que el idioma de Cervantes es especialmente pobre en vocabulario.
También se intenta probar que el vasco no es realmente una lengua 'de verdad' porque constantemente crea artificialmente palabras nuevas a partir del castellano y de otros idiomas (siempre se pone el ejemplo de aeroportua), como si el español, o cualquier otra lengua, no viera nacer constantemente nuevos términos a partir de otros idiomas. El español de hoy en día está plagado de anglicismos, la mayor parte de los cuales se emplean sin la menor noción de que en realidad son prestamos de la lengua inglesa (por ejemplo, cuando usamos 'firma' en lugar de empresa, 'planta' y no fábrica, 'detectar' en vez de descubrir, 'boicotear' por hacer el vacío, 'arresto' como sinónimo de detención, etc), por no mencionar la mareada de palabras del inglés usadas en castellano sin ninguna adaptación (marketing, futbol, y tantos cientos más). Las lenguas son realidades vivas y se influyen entre si, y esto, que es valido para el vasco, lo es también para el castellano, y en realidad para cualquier lengua.
Finalmente, se suele también decir que el euskera es (o era, hasta su apoyo intensivo por parte de las administraciones públicas), un idioma casi extinguido, minoritario, que ya solo hablaban un puñado de aldeanos perdidos en sus caseríos de montaña. Es absolutamente cierto que el idioma vasco ha estado en retroceso durante siglos, especialmente desde inicios del XIX, y que muchas comarcas en las que siempre se habló, ya no son en absoluto vasco-parlantes, tales como casi toda la provincia de Álava, toda la Navarra central y muchos municipios industriales de Vizcaya y Guipúzcoa. Pero el vasco nunca dejó de hablarse, tampoco en la época de Franco, en un sin numero de poblaciones, sobre todo de Vizcaya, Guipuzcoa y la Alta Navarra, incluyendo muchas de gran tamaño, como Rentaría, Ondarroa, Lekeitio, Guernica, Durango y tantas otras. Lo
raro, en la mayor parte de estos lugares, era y es escuchar una conversación en castellano.
Hoy en día el vasco es la lengua materna de unas 850,000 personas (20,000 de las cuales solo saben hablar vasco), que pueden parecen pocas en comparación al numero de hablantes del castellano, pero son más o menos las mismas que hablan estonio o el maya, idiomas que nadie en su sano juicio tacharía de 'residuales'.
Hasta que no nos desembaracemos de los falsos clichés, será difícil mantener un diálogo constructivo sobre la diversidad lingüística de España.