lunes, 8 de diciembre de 2014
viernes, 5 de septiembre de 2014
miércoles, 16 de julio de 2014
Vanguardia y retaguardia
Todas las guerras son absurdas, pero unas son más absurdas que otras. La Primera Guerra Mundial fue, tal vez, la más absurda de todas. Millones de jóvenes dejaron su vida en las trincheras de esos frentes de aspecto lunar que nunca avanzaban ni retrocedían. Días, meses, años de lodo hasta las rodillas; de ratas y frío, de mutilaciones horribles; de agonías sin consuelo, de sufrimiento sin sentido.
Se han cumplido ahora cien años del
inicio de ese conflicto que cambió la historia de Europa para siempre. Dos
comics, altamente complementarios entre sí,
pueden servir de excelente guía para al menos comprender lo que sus millones de protagonistas padecieron.
El comic, pese a su aparente
inocencia, puede ser en realidad un medio poderosísimo para sumergirnos en
sensaciones y situaciones ajenas. Es curioso como el dibujo logra muchas veces
mayor impacto emocional que la fotografía o como una historia contada en
viñetas puede resultar en ocasiones mucho más vívida y elocuente que una
película. Y eso es, precisamente, lo que los dos libros de historitas de los
que aquí me voy a ocupar logran: colocarnos bajo la piel de los personajes
atrapados en esa sinrazón de la Gran
Guerra .
Editado por vez
primera en 1993, C'était
la guerre des tranchées, del dibujante francés
Jacques Tardi, es ya considerado un álbum grafico
de referencia. En lugar de una narración articulada y coherente, la obra nos
describe retazos sueltos, cuentos cortos,
de la miserable vida de los soldados en la primera línea de fuego. Aplaudido
por su milimétrica exactitud histórica, todo en este tebeo parece obra de un
archivista obsesionado con la fidelidad de los detalles: Uniformes, armas,
paisajes….todo apabullantemente documentado. Tanto realismo, no obstante,
contrasta con el aire un poco caricaturesco de los personajes, cuyos excesivos
gestos y rasgos algo exagerados, los hace
a veces parecer más muñecos que seres reales, y por ello, también, aun más
vulnerables, más inocentes, más victimas.
Los soldados de
Tardi son ya seres sin esperanza, pero con memoria; con recuerdos de lo que
fueron antes de sumergirse en esa nulidad del ser humano que es un ejército en
combate. Porque el tebeo de Tardi es, sobre todo, un demoledor alegato contra
la guerra, los nacionalismos y la manipulación política. Las historias son
desgarradoras, y difíciles de olvidar, como esa del general que bombardea a su
propia tropa para evitar que se retire derrotada o que manda fusilar a algunos
de sus hombres, elegidos aleatoriamente.
Finnele, de la autora alsaciana Anne Teuf es,
en cierto modo, un contrapunto al libro de Tardi…y también su complemento
perfecto. Al contrario que en C'était la guerre,
Finnele no nos habla de batallas y de la vanguardia del frente, sino de la
retaguardia, de la vida que ha dejado de ser cotidiana para los civiles, bajo
la sombrea de la guerra. El protagonista
colectivo de Tardi –esa masa de soldados anónimos y desesperanzados- es
reemplazado en Teuf por un carácter principal con nombre propio (la niña Finnele)
y lleno de alegría y esperanza.
Hasta en el estilo artístico uno y otro libro parece las caras opuestas de una misma moneda: el trazo grueso de Tardi es dibujo fino en Teuf; las sombras de carboncillo en Teuf, son tramas de tinta en Tardi. Finnele, con ocho años, vive la guerra como un escenario familiar, aventurero a veces, cotidiano otras…un escenario tras el cual unas vidas son segadas y otras prosiguen su cauce. La guerra como razón de ser y de no ser, la guerra como gran monstruo caprichoso que devora o rescata.
Hasta en el estilo artístico uno y otro libro parece las caras opuestas de una misma moneda: el trazo grueso de Tardi es dibujo fino en Teuf; las sombras de carboncillo en Teuf, son tramas de tinta en Tardi. Finnele, con ocho años, vive la guerra como un escenario familiar, aventurero a veces, cotidiano otras…un escenario tras el cual unas vidas son segadas y otras prosiguen su cauce. La guerra como razón de ser y de no ser, la guerra como gran monstruo caprichoso que devora o rescata.
A fin de cuentas, leídos los dos tebeos, a uno
le queda esta extraña sensación de boca de que nada hay tan inhumano y a la vez
tan radicalmente humano como la guerra.
martes, 15 de julio de 2014
lunes, 7 de julio de 2014
Bone
'Voy
a recomendarte algo que le va a gustar a tu hijo y también te va gustar a ti’, me dijo en tipo de la tienda de
comics con un aire de revelar un secreto muy bien cuidado. Sacó de la balda el pequeño
tomo de tapas brillantes con la imagen de unos monigotes muy narigudos en la
portada. ‘Cuando lo lea tu hijo –me dijo,
mirando a Juanito, de ocho años- se va a divertir un montón. Y cuando lo leas
tú, te va a enganchar también’. Picado por la curiosidad, no pude dejar de
comprar el librito. Luego, poco a poco, siguieron otros ocho, hasta casi
completar la colección de Bone. Mi asesor
de tebeos tenía razón: Juanito quedó hipnotizado con Bone desde la primera viñeta…y
yo también.
Bone es el fruto de la obsesión
delirante de Jeff Smith, un dibujante yanqui que durante una década entera no hizo otra cosa más que escribir, dibujar,
editar y auto-publicarse sus historietas de manera un tanto rudimentaria, hasta
que poco a poco despertó el interés del la crítica, llegaron los premios y se convirtió
en un autor de culto entre los aficionados más trendies del obtuso mundo del cómic.
Bone es una saga épica, ambientada en
un mundo de fantasía, que alguien ha llegado a calificar como una suerte de versión
más divertida de El Señor de los Anillos. En efecto, ciertos aspectos generales podrían recordar
a la obra de Tolkien, como esa presencia sigilosa de un mal que resulta
inefable, o la fragilidad intrínseca del héroe. Los bones, la raza de narizones
caricaturescos que sirve de hilo conductor de la historia, recuerdan de algún modo,
con sus torpezas y su entrañable ingenuidad, a los hobbits; los mostroratas
que les persiguen incansablemente parecen versiones agigantadas y algo más inquietantes
de los orcos.
Pero los paralelismos terminan ahí. La
cultista y detallada tramoya histórica y antropológica con que Tolkien revistió
a su obra (esas influencias enciclopédicas de las leyendas germánicas y
celticas, los juegos lingüísticos…) falta por completo en Bone, lo cual, en el
fondo, hace que la ambientación resulte mucho más libre, imaginativa y, de algún
modo, menos pretenciosa. Bone está repleto de guiños humorísticos, muchos aptos
para pequeños y mayores (como la hilarante carrera de vacas), otros en
realidad, enfocados solo a los más grandes; abundan también los reflejos críticos
de la realidad (como la volátil actitud
del pueblo frente a los líderes, o los engaños constantes del tramposo,
avaricioso y ultra-liberal Phoney Bone). En resumidas cuentas: Las historias de
Bone carecen de la gravedad cuasi teatral de Tolkien y resultan, por ello, más
digeribles… pero no por ello más simples. Porque si algo destaca en la obra de Smith es
ese aluvión brutal de creatividad, esa diarrea de argumentos y sub-argumentos
entrecruzados…a veces incluso excesiva.
Porque, a decir verdad, leyendo Bone
se tiene la sensación de que la trama no fue construida a partir de a una noción
preconcebida, sino que más bien fue siendo inventada sobre la marcha. La ventaja
de ese cierto caos en el guión es que uno nunca sabe de verdad lo que va a pasar
en la página siguiente, lo cual hace que la historieta, a fin de cuentas, se
parezca mucho más a la vida real de lo que cabría esperar para tratarse de una
fabula de tono épico. En Bone los personajes vacilan, a veces se repiten; algunos
de sus actos resultan totalmente irrelevantes; otras veces, sencillamente, hay páginas
que sobran…y no obstante, o tal vez por eso mismo, la historia
engancha muchísimo.
Lo mejor de la obra es, pienso, la construcción de los personajes.
Thorn, la abuela, cada uno de los tres bones… son sujetos de perfile definidos,
realistas, pero a la vez multifacéticos y, hasta cierto punto, libres en su
destino y no atados del todo a los estereotipos de sus respectivas personalidades.
Llevo un buen rato deshuesando el estilo narrativo de este comic y aun no
he escrito una palabra sobre la calidad del dibujo y el diseño. Y es que, a
decir verdad, creo que en este punto mi opinión y la de los pocos otros friquis
entusiastas de la obra de Smith difieren de manera notable: Aunque a algunos les
suene a pecado mortal, confieso que a mí los dibujos de Bone no me llaman
especialmente la atención. Claro esta que accedí a esta obra en su versión coloreada,
y no en original a blanco y negro que tantas pasiones ha despertado. En todo
caso la estética de Bone me resulta demasiado propia de los dibujos animados, más
que del arte del comic.
No obstante, esta serie de tebeos me encanta.
Como en el Valle ficticio de este cuento de fantasía desbordada, también en la vida real la historia nunca está predefinida, ni en destino de nuestras vidas escrito en piedra imborrable. Eso es, seguramente, lo que engancha tanto en Bone.
sábado, 5 de julio de 2014
El Buda Celeste
Cada dos semanas voy con mis hijos a
la Mediateca francesa de Tiflis. Allí nos proveemos todos de cantidades
ingentes de libros que después devoramos a bocados, tirados en los sofás del
salón en las tranquilas tardes del domingo. Hoy, rastreando en la sección de comics, he dado de manera
casual con el tomo uno de Le Bouddha
d’Azur, del autor suizo Cosey. El
álbum contaba con todos los elementos necesarios para atraparme: ambientación
exótica (Tíbet), fidelidad exquisita
a los detalles (paisajísticos, arquitectónicos, antropológicos…); dibujo
preciso, claro y limpio; y argumento misterioso y aventurero pero
verosímil.
Resulta una delicia disfrutar de los esmerados y bellos dibujos de Le Bouddha d’Azur. Pero, más allá de la estética gráfica, lo verdaderamente cautivador de este comic es el argumento: una simple y a la vez compleja narratitiva de amor adolescente, cruzada por muchas pequeñas historias de amistad, y de dolor también; todo ello aderezado con un aire de misterio, mística y magia que, por alguna extraña convergencia, parecen extraídos de un ensayo de Mircea Eliade o de una novela de Kipling.
Cosey creció profesionalmente
a la sombra de Hergué y la escuela de la línea clara y, juzgada superficialmente, su obra podría
parecer una mera continuación de esa senda ya tan trillada. Fiel a los
principios básicos de la clásica tradición belga, las páginas de Le Bouddha d’Azur se van desenvolviendo
en un formato casi cinemático. Cada viñeta es un elaborado ejercicio de
fidelidad a los detalles y a la vez a la transparencia. Los familiares colores
planos, el esmerado dibujo a la tinta…
No obstante, desde la primera página nos damos cuenta de que nos encontramos frente algo sutilmente diferente: un grosor mayor en los trazos, la menor obsesión con la delimitación de los colores o esa difuminación imperceptible que, en Hergué, hubiera resultado anatema.
No obstante, desde la primera página nos damos cuenta de que nos encontramos frente algo sutilmente diferente: un grosor mayor en los trazos, la menor obsesión con la delimitación de los colores o esa difuminación imperceptible que, en Hergué, hubiera resultado anatema.
Pero hay algo más que hace a Cosey esencialmente diferente,y es que ese tono
infantiloide, tan irritante a veces, de los álbumes de Tintín, es en cambio en
Cosey madurez plena. Las escenas de Cosey parecen como versiones maduras de la aventuras de famoso reportero belga.
Lo que en Hergué sería
enfermizamente asexuado o ramplonamente maniqueo, en el álbum del viñetista suizo es
deliberadamente sugerente o políticamente comprometido. Porque Le Bouddha d’Azur
no es, valga decirlo, un comic apto para niños…pero tampoco es, ni mucho menos,
lo que se suele llamar un comic de adultos (que parece sinónimo de tebeo
pseudo-porno).
Cosey es a Hergue lo que Jung fue a Freud: El discípulo valiente que sabe
dar un paso adelante y, a partir de la veta abierta por el maestro, incurrir en
mundos nuevos, muchos más poliédricos de lo que su mentor nunca pudo llegar a soñar.
No tenían en la mediateca el tomo dos de la obra, y ya
me desvivo por conseguirlo.
lunes, 30 de junio de 2014
viernes, 27 de junio de 2014
Junio
Es la misma ciudad. La calle ha
cambiado poco. Alguna vez pisaste antes esas mismas aceras… alguna vez sí, pero
no eras tú. Entonces pensabas que el mundo era pequeño y tú grande. Ahora sabes
que el mundo es grande y tú eres pequeño.
Es la misma ciudad, pero tú eres
diferente.
(Foto: Luis Echanove)
Dedicado a Carmen, mi hija, que traduce al inglés lo que escribo y hace
canciones con ello.
lunes, 16 de junio de 2014
lunes, 19 de mayo de 2014
Elepés
(…) it is hard to get by just upon a smile. (*)
Wild World. Cat Stevens
Se acerca el fin de curso para mi hijo Juan. Ocho años. La misma edad, la
misma época del año que yo entonces… cuando mi padre sufrió aquella súbita trombosis
que cambió su vida para siempre y arrebató la alegría de sus días. He tardado
unos cuantos decenios en comprender lo
que aquello significó para mí, como alteró
radicalmente mi infancia, como modeló mi personalidad y como me ha hecho ser,
tal vez, lo que soy. Escribo estas líneas ahora porque aun necesito conjurar ese
dolor sin fondo del niño que yo era entonces. Ver a mi padre indefenso, abatido,
rendido por ese zarpazo brutal e
inesperado hizo morir algo dentro de mi ser, algo que ya nunca ha regresado,
algo perdido lejos, que tal vez nunca he cejado de buscar.
Pero a veces consigo levantar puentes y asomarme a ese antes, cuando mi
padre aun podía hablar y la vida era magia y veranos largos. La música, sobre
todo, puede operar ese milagro. Oigo ahora Cat Stevens y Simon y Garfunkel, y reconstruyo mentalmente las
portadas de los elepés de vinilo de mi hermana Aránzazu. Y cada nota, cada
acorde triste de guitarra en Wild World, cada cabriola alegre de Cecilia o Mrs.
Robinson me traen de nuevo esa luz que se apagó un día de junio, con ocho años.
(Foto: Luis Echanove)
---------------
(*) Es difícil sobrevivir
con tan solo una sonrisa.
jueves, 3 de abril de 2014
Cromos y banderas
Ya se sabe que todos fomentamos prejuicios propios a partir de asociaciones mentales sin mucho fundamento. Yo, por ejemplo, desde pequeño, siempre sentí una gran simpatía por Rumanía, y si indago en recuerdos remotos creo saber la razón: su bandera que, como las de los demás países del mundo, conocí pronto gracias al Diccionario Ilustrado SOPENA, me parecía de las más bonitas de todas. Al cabo de los años he recorrido mundo y aprendido algo más. Pero ese amor (u odio, según los casos) a primera vista con la bandera sigue mercado mi relación subconsciente con muchos lugares. Me gusta tan poco la bandera de Polonia que no me imagino yendo allí de turismo aunque me paguen el viaje, pero daría lo que fuera por visitar Noruega, cuyo enseña nacional despierta en mí un patriotismo difícil de explicar.
Lo segundo
que aprendí de Rumanía fue
que la tropa de honor del presidente lucía un uniforme muy fardón. Tenía yo ocho
años, y nunca logré completar mi colección de cromos de soldados del mundo.
Solo me faltó uno, ese, el de Guardia Presidencial de Rumanía. Una vez se lo vi a un amigo. No me
lo quiso cambiar ni por tres cromos, pero pude mirar el suyo bien y estudiar con detenimiento como era el
militar que salía dibujado en esa preciada estampa: un tipo con sombrero
coronado por un penacho, casaca roja y sable en mano.
Rumanía era en ese entonces un cerril Estado comunista gobernando con mano de hierro por Caucescu. Un soldado de gala y estilismo de maestro circense de ceremonias no parecía muy acorde con la árida estética funcionalista y proletaria del régimen rumano de entonces. Pero Caucascu se sabia vender bien hacia el exterior como el más flexible y tolerante de los líderes del otro lado del Telón de Acero, así que quizás ese colorista traje para sus guardias buscaba impresionar a los visitantes extranjeros.
Pasaron las décadas y yo casi me olvidé de Rumanía, hasta que, en estos días, y por motivos de trabajo, tuve que desplazarme a Bucarest. La conferencia en la que acudía tenía lugar en el edificio del Parlamento Nacional, el segundo inmueble más grande del mundo, después del Pentágono aunque, a diferencia de la sede del ejercito americano, que me la imagino presa siempre de un trajín enorme (*), el titánico edificio rumano es en su mayor parte un fantasmagórico lugar con muy poca actividad. Consiste por dentro en una sucesión inacabable de inmensos y fríos salones de mármol, sin más muebles ni ornamentos que las enormes y pesadas lamparas con miríadas de lagrimas de cristal.
El primer día de la conferencia todos los participantes nos perdimos en ese laberinto del absurdo y la pretenciosidad. Yo, al llegar, en lugar de preguntar como llegar a la sala de conferencias a alguna de las diligentes y espectaculares azafatas que, entubadas en sus minifaldas casi inexistentes, repartían sonrisas en la entrada del edificio, decidí aventurarme por cuenta propia por los secretos del interior. Creo que me dió miedo quedar aturdido sin poder articular mi pregunta ante la contemplación cercana de tantos y tan generosos escotes.
No había rotulo alguno en aquel caos de salas de baile inmensas que mostrase en cual de todas ellas iba a temer lugar el evento que nos había conducido hasta allí. Paseé un buen rato por aquellos salones, probablemente dando vueltas en circulo sin saberlo. Logré, por ejemplo, encontrar un oscuro y cutre urinario detrás de unas columnas versallescas. Luego llegué a saber, al cabo de unos días, que era probablemente el único cuarto de baño de todo el gigantesco edificio. Un amigo georgiano me confirmó que en los tiempos del comunismo se consideraba de mal gusto plantearse que los líderes del Partido también tenían a veces que mear.
Cuando ya pensaba que aquel turismo kafkiano no me estaba deportando gran cosa, me topé de pronto con ellos: Allí estaban, al pie de una escalera de estilo renacentista, inmóviles, serios, con sus sombreros coronados con penachos, las casacas rojas y el sable en mano, como si en lugar de personas fueran cromos que llevaran esperando cuarenta años a ser pegados en algún álbum.
(Foto del autor del blog)
-------------
(*) Para mi, y para Hollywood también, el Pentágono es un lugar donde generales estresados vociferan todo el rato por los pasillos ordenes para la inmediata invasión de algún pequeño país rebelde y donde expertos en geodesia trabajan a destajo en salas llenas de ordenadores tecleando las coordenadas de alguna aldea yemenita para lanzar un misil teledirigido y cepillarse a la familia de un líder terrorista.
lunes, 17 de marzo de 2014
miércoles, 12 de marzo de 2014
domingo, 9 de marzo de 2014
martes, 25 de febrero de 2014
BlackBerry
Encendió la BlackBerry. Ningún mensaje reciente. La apagó con desgana. Ocultó la cabeza bajo la almohada y se durmió de nuevo, o eso intentó. A los pocos minutos sus parpados se abrieron. El reloj digital de números verdes marcaba las tres de la mañana. El jodido jet lag. Otra vez encendió la BlackBerry. Otra vez la apagó. Y así hasta cinco, diez, veinte veces. Amaneció. Por la gran ventana del hotel se filtraba la luz de la mañana y también el follón confuso de los claxones, los ruidosos motores de los autobuses y el ajetreo de los peatones. Se encaminó a la ducha como un zombi, sin pensar en nada, ni tan siquiera en la BlackBerry. Luego, ya seco y en albornoz, se fabricó un café de sobre con el agua del termo. Antes de vestirse ojeó la mesilla de noche. Ahí seguía la BlackBerry, desafiante, como un niño maleducado y resabiado, o como un viejo antipático y amargado. Ahí seguía, provocándole ansiedad con sus promesas de mensajes que no llegaban nunca. Dudó si encenderla. Dudó incluso si tirarla por la ventana.
Y entonces ocurrió aquello tan extraño: La BlackBerry comenzó a moverse sola, vibrando como un teléfono móvil cuando suena. El dichoso aparatito calló de la mesa y prosiguió su bailoteo incesante, siempre avanzando en la misma dirección: hacia él. Cuando llegó a sus pies, la tomó del suelo. Un mensaje brillaba en la pantalla luminosa. Lo leyó estremecido: 'Capullo, me querías tirar por la ventana, ¿eh? Ahora vas a saber lo que es bueno'. Y entonces la BlackBerry estalló, provocando una atroz deflagración. El tipo murió al instante. Todo quedo destruido en la habitación.
Los titulares del día siguiente hablaron de un probable acto terrorista. Nadie reivindicó nunca el supuesto atentado.
(Foto:Luis Echanove)
Y entonces ocurrió aquello tan extraño: La BlackBerry comenzó a moverse sola, vibrando como un teléfono móvil cuando suena. El dichoso aparatito calló de la mesa y prosiguió su bailoteo incesante, siempre avanzando en la misma dirección: hacia él. Cuando llegó a sus pies, la tomó del suelo. Un mensaje brillaba en la pantalla luminosa. Lo leyó estremecido: 'Capullo, me querías tirar por la ventana, ¿eh? Ahora vas a saber lo que es bueno'. Y entonces la BlackBerry estalló, provocando una atroz deflagración. El tipo murió al instante. Todo quedo destruido en la habitación.
Los titulares del día siguiente hablaron de un probable acto terrorista. Nadie reivindicó nunca el supuesto atentado.
(Foto:Luis Echanove)
viernes, 21 de febrero de 2014
Luchando por un cacho de playa para poner la sombrilla
Habréis ya deducido, por muchas entradas anteriores de este blog, que hacer
cálculos poblacionales y demográficos es
una de mis numerosas obsesiones absurdas. Llevo anos preguntadme como lograr una
estimación sobre el porcentaje de esclavos en la población del Bajo Imperio Romano,
y hace poco logré por fin determinar por
aproximación cuantas mujeres pelirrojas viven en el mundo.
Si esta cifra resulta ya de por si escalofriante, en las temporadas
turísticas, y especialmente en el comienzo del mes de Agosto, que es el momento
pico en cuanto a número de turistas es nuestro país, la densidad de población
de la costa mediterránea alcanza proporciones todavía más desorbitadas.
Según mis estimaciones, puede calcularse que en un día cualquiera de
comienzos de agosto de 2013, al menos 7 millones de turistas se encontraban
residiendo en los municipios del litoral sur español (*), aproximadamente un
tercio de los cuales eran turistas extranjeros, y los otros dos tercios
españoles del resto del país pasando unos días en la playa. Por tanto, entre residentes
y visitantes, en las orillas del sur y
del este español llega a coger cada verano a una población de 17 millones de personas viviendo allí
simultáneamente. Esto hace elevarse la densidad de población de nuestros municipios
litorales mediterráneos y sud-atlánticos hasta un promedio de 810 habitantes por kilómetro cuadrado,
sin duda una la más elevadas del mundo. En el caso dela costa valenciana la cifra llega a los 1,500 habitantes
por kilómetro cuadrado, y en Cataluña, a casi 2,000. Estas son densidades de
población propias en realidad un medio urbano. Podemos por ello afirmar que, en
el mes de agosto, desde el punto de vista de la densidad de población, la costa
del Mediterráneo y Atlántico Sur español es una mega metrópolis lineal de 3,600 kilómetros de largo (los que hay entre
Port Bou, en la frontera con Francia,
isla Cristina, en la frontera de Portugal).
Region
|
Km2
|
Población
|
Turistas
|
Total
|
Densidad
|
Andalucía
|
8,020
|
2,940,000
|
2,700,000
|
5,640,000
|
703
|
Murcia
|
2,950
|
460,000
|
250,000
|
710,000
|
241
|
Valencia
|
3,350
|
2,790,000
|
2,200,000
|
4,990,000
|
1490
|
Cataluña
|
2,150
|
3,240,000
|
900,000
|
4,140,000
|
1926
|
Baleares
|
5,000
|
960,000
|
950,000
|
1,910,000
|
382
|
Total costa
|
21,470
|
10,390,000
|
7,000,000
|
17,390,000
|
810
|
Resto de España
|
485,162
|
31,860,000
|
1,000,000
|
32,860,000
|
68
|
Total
de España
|
506,632
|
42,250,000
|
8,000,000
|
50,250,000
|
99
|
Municipio
|
Poblacion
|
Turistas
|
Total
|
Km2
|
Densidad
|
Málaga
|
550,000
|
90,000
|
640,000
|
398
|
1,608
|
Torremolinos
|
70,000
|
280,000
|
350,000
|
20
|
17,500
|
Marbella
|
130,000
|
220,000
|
350,000
|
116
|
3,017
|
Benalmadena
|
65,000
|
135,000
|
200,000
|
27
|
7,407
|
Estepona
|
70,000
|
130,000
|
200,000
|
137
|
1,460
|
Fuengirola
|
70,000
|
80,000
|
150,000
|
10
|
15,000
|
Mijas
|
75,000
|
75,000
|
150,000
|
138
|
1,087
|
Rincon
de la Victoria
|
75,000
|
75,000
|
150,000
|
28
|
5,357
|
Velez
Malaga
|
70,000
|
55,000
|
125,000
|
157
|
796
|
Nerja
|
20,000
|
45,000
|
65,000
|
85
|
765
|
Torrox
|
20,000
|
30,000
|
50,000
|
51
|
980
|
Manilva
|
15,000
|
50,000
|
65,000
|
35
|
1,857
|
Totales
|
1,230,000
|
1,265,000
|
2,495,000
|
1,202
|
2,076
|
El caso de la Costa Blanca es todavía más abrumador. A los casi un millón de
personas que viven todo el año en los 16 municipios escalonados en ese tramo de
costa, se suman un millón y medio más de visitantes residiendo allí en los días pico de agosto.
Municipio
|
Poblacion
|
Turistas
|
Total
|
Km2
|
Densidad
|
Denia
|
45,000
|
200,000
|
245,000
|
66
|
3,712
|
Javea
|
32,000
|
100,000
|
132,000
|
69
|
1,913
|
Benisa
|
15,000
|
20,000
|
35,000
|
69
|
507
|
Calpe
|
30,000
|
70,000
|
100,000
|
24
|
4,167
|
Altea
|
25,000
|
50,000
|
75,000
|
34
|
2,206
|
Alfaz
|
25,000
|
25,000
|
50,000
|
20
|
2,500
|
Benidorm
|
75,000
|
425,000
|
500,000
|
38
|
13,158
|
Villajoyosa
|
35,000
|
50,000
|
85,000
|
38
|
2,237
|
Campello
|
25,000
|
70,000
|
95,000
|
55
|
1,727
|
Alicante
|
335,000
|
80,000
|
415,000
|
201
|
2,065
|
Elche
|
230,000
|
10,000
|
240,000
|
316
|
759
|
Santa Pola
|
35,000
|
90,000
|
125,000
|
58
|
2,155
|
Guardamar |
15,000
|
30,000
|
45,000
|
35
|
1,286
|
Torrevieja
|
75,000
|
325,000
|
400,000
|
71
|
5,634
|
Totales
|
997,000
|
1,545,000
|
2,542,000
|
1094
|
2,324
|
(Fotos: Luis Echanove)
---------------
(*) Llegar a
esta cifra no ha sido una tarea nada fácil. Las estadísticas oficiales sobre
número de turistas se elaboran por provincias, sin hacer referencia explícita a
municipios de la costa o del interior, dentro de una misma provincia. Además,
aunque la entrada de turistas extranjeros se registra de modo fiable, es, claro
está, prácticamente imposible lograr cifras
exactas sobre desplazamientos de españoles desde unas regiones a otras.
Finalmente, las cifras sobre turismo se compilan en función de número de turistas
en un cierto periodo de tiempo en un lugar, cifra que no equivale a al de
cuantos turistas están a la vez en ese
lugar; por ejemplo, 8,500,000 de extranjeros entraron en España a lo largo del mes
de agosto de2013, pero eso no significa que todos ellos estuvieran en nuestro país
simultáneamente, porque la gente normalmente pasa menos de 30 días de vacaciones.
Para legar a un cálculo preciso, hace falta primero conocer la duración de la estancia
promedio y después realizar las correspondientes extrapolaciones. Por totas
estas razones para realizar mis estimaciones incluidas en esta entrada , y aunque
he cruzado datos de muchas fuentes, fundamentalmente me he basado en las estimaciones
que los ayuntamientos hacen sobre su pico de población en verano. Llegan a
estas cifras calculando tasas de ocupación
hotelera y de apartamentos, así como extrapolando cifras sorbe incremento de volúmenes
de basuras, etc. He logrado informaciones más o menos precisas para casi
150municipios del litoral sur español, incluyendo todos los principales destinos
turísticos. Una forma habitual para calcular números de turistas es a partir
dela ocupación hotelera pero esto deja fuera, claro, al gran porcentaje de
turistas que no se alojan en establecimientos hoteleros, ni en campings, etc, sino
en viviendas de alquiler o en segundas residencias de su propiedad.
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Enlaces y desenlaces
- Articulo sobre los cultivos transgénicos, El País, 2016
- Entrevista en el Georgian Journal, 2015
- Viñetas didácticas sobre agricultura, 2014
- Condecoracion con la Orden del Toisón de Oro, Georgia, 2015
- Articulo de la FAO, 2009
- Entrevista despues del huracan Katrina, Filipinas, 2009
- Articulo sobre cambio climático y bosques, Filipinas, 2009
- Recuento de cooperantes en el mundo, ACP, 2005
- Articulo sobre Palestina en El Pais, 2001
- Articulo sobre Guatemala, 1997
- Breve sobre guerra de Los Balcanes, El País, 1995