Si
hay un lugar común manido, una metáfora cansina y manoseada en el mundo de la cooperación
al desarrollo, es aquella de ‘mejor enseñar
a pescar que dar los peces’. Cualquier cooperante que se precie la habrá escuchado
un millón de veces la frasecita de boca de sus interlocutores ajenos al
mundillo, cuando les intenta explicar su trabajo y estos reaccionan con lo de
los peces para dar a entender que han pillado la idea de que la cooperación no
es lo mismo que la caridad o la ayuda humanitaria.
No
obstante, tal vez resulte interesante explotar hasta el final, y en todas sus
consecuencias, la susodicha metáfora del pescado para ilustrar la complejidad real de la cooperación al desarrollo y
destapar todo el paternalismo que la frase de marras en realidad esconde, pese
a su tono condescendiente.
Pensemos
pues en el tipo al que le estábamos dando el pescado, y supongamos por ejemplo
que no hay río o mar alguno cerca de donde vive, o que, aun habiendo, carece
de peces. En ese caso, enseñarle a pescar no tendría sentido alguno. Otra
posibilidad es que sí haya peces en el río, pero corran peligro de extinción,
de modo que mejor que enseñarle a pescar sea traérselos de otra parte donde
sean abundantes.
Puedo
ocurrir también, y de hecho sería bastante probable, que el pobre hombre sepa ya
pescar perfectamente, pero que en realidad de lo que carece es de redes o caña
para hacerlo. En ese caso lo que necesita es que le demos los aperos, y no que
le sermoneemos sobre cómo se pesca; aunque, aun mejor, en lugar de entregárselos
directamente, podríamos darle o prestarle el dinero para que se los comprara
él, ya que tal vez sepa mejor que nosotros cuales son los más adecuados para
sus necesidades.
Supongamos
que finalmente gracias a nuestra ayuda con las enseñanzas o con los aperos,
ahora logra pescar por sí solo… ¿qué va a hacer con todo lo que pesque? Una
parte se lo comerá…pero si pesca más de lo que necesita, seguramente querrá
venderlo. ¿Hay compradores cerca? ¿Cómo va a conservarlo hasta que se lo
compren? Puede que necesite un equipo frigorífico y muchas cosas más.
Por otro
lado, no sabemos si hay otra gente pescando ya en ese mismo río ni cuál va a
ser su reacción si les sale un competidor nuevo. Si los demás también quieren
vender su pescado en el mercado, a lo mejor no es descabellado que se asocien
para afrontar conjuntamente los gastos de conservación y transporte hasta los
consumidores.
Pero, y
volviendo a lo más fundamental: es posible que a nuestro amigo simplemente no
le guste nada pescar y prefiera dedicarse a otra cosa para ganarse el sustento,
ósea que en lugar de enseñarle a pescar mejor le formamos en un oficio
diferente, y una vez sepa hacer otra cosa y obtenga un trabajo, con el dinero
que gane se podrá comprar peces, si quiere.
Podríamos
escribir un libro entero con las diferentes opciones disponibles y sus ramificaciones,
pero creo que con esto es suficiente… a fin de cuentas, la moraleja está clara:
En realidad no sabemos si es mejor enseñarle a pescar, seguir dándole los peces,
o no hacer ninguna de esas dos cosas sino algo completamente diferente.
Y no lo
sabemos porque, antes de tomar esa decisión, necesitamos, primero de todo, recabar
mucha información (¿hay suficientes peces en el rio? ¿Sabe ya pescar el hombre? ¿Cuenta
con instrumentos para hacerlo…?).
Pero la información, los datos, aunque esenciales, no bastan…además, deberemos preguntarle a nuestro amigo que es lo que él quiere que hagamos…tal vez, en efecto, quiera que le enseñemos a pescar, o tal vez prefiera que le dejemos en paz, o puede que al final sea él quien nos enseñe a pescar a nosotros.
Pero la información, los datos, aunque esenciales, no bastan…además, deberemos preguntarle a nuestro amigo que es lo que él quiere que hagamos…tal vez, en efecto, quiera que le enseñemos a pescar, o tal vez prefiera que le dejemos en paz, o puede que al final sea él quien nos enseñe a pescar a nosotros.
Foto: Luis Echanove
5 comentarios:
Muy bueno
Muy interesante, a lo cual quisiera añadir, como un ex agente de desarrollo, o ejecutor de proyectos sociales de la cooperación en mi País Bolivia. Proporcionamos las herramientas para pescar, transmitimos los conocimientos técnicos para pescar y les damos los mejores pescados para su producción, 'queriendo darle sostenibilidad al proyecto'. El objetivo... El incrementar los ingresos económicos del pescador' 'para mejorar su calidad de vida' OK. Y después que??? Logramos que el pescador y el asocio de cooperadores incrementen sus ingresos. SUPER!!! Objetivo cumplido, pero no vemos más allá. En que invierte ese incremento, sigue el pescador con una salud y educación deficiente.... pero tiene dinero!!!. No sabe como invertirlo. Le enseñamos a invertir, para que el desarrollo sea integral????. Mucho por analizar.... Saludos cordiales.
Me ha gustado mucho la reflexión. Se me ocurre que también podría ocurrir que sepa pescar perfectamente, pero a la pesca en su país sólo tengab acceso las empresas occidentales...
También puede pasar que el río este contaminado por una explotación de una multinacional aguas arriba.
Has planteado alternativas muy interesantes a una frase que suele ser analizada en un sólo sentido.
Para mí, la solución a la incertidumbre de estas posibilidades respecto la mejor elección a la hora de elaborar un proyecto de cooperación está en utilizar el EBDH (Enfoque Basado en Derechos Humanos). De esta manera 'ese hombre' no será un simple beneficiario del proyecto, si no el titular de derechos.
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