Suena esa canción que te estremeció hace, no sé… quince, veinte años. Y ahora el efecto es el mismo: Se eriza tu piel, los ojos se tuercen. Quisieras bajarte de un tren y andar por campos de yerba. Quisieras arrugarte entre las sabanas y despertar en aquellos brazos, y caminar otra vez por esas calles, en otros sueños, en otras vidas…
Pero tu vida es ésta, bajo tu misma piel, y es ahora. Y escribes, y escribes como loco, contra la música que suena, como huyendo de ese ritmo que vuelve ceniza a esos quince o veinte años desde entonces.
Escribes, escribes sin cesar por no escuchar, por no dejarte llevar de nuevo al lugar del que ya no podrás volver.
(Foto: Luis Echanove)
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