A veces nos sentimos perdidos en esta vida, como si de verdad hubiera una trama reticulada sobe la que andar, un haz de caminos ante nuestros ojos…más bien es un prado inmenso el que se abre frente a nuestra sombra; un prado de alta yerba brillante, flambeando al viento.
Esa planicie inmensa no llama con su grito sin voz, invitándonos a cruzarla a la carrera, sin trazas, sin recorridos fijados… nos quedamos sentados en las márgenes, mirando el pasto bailar al son del aire, gozando su colorido intenso con la vista, aunque incapaces de hoyar con nuestros pies descalzos el mar verde.
Pero en algunas ocasiones, muy contadas, dejamos de pensar, de sentir incluso, y solo queremos correr, cruzar la pradera inabarcable.
Es entonces cuando estamos vivos.
(Foto: Luis Echanove)
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