El apellido Echanove
(Etxanobe) procede de la minúscula aldea de Echano (del euskera etxano, 'la casita'), situada en la
parte sur del diminuto municipio de Izurza y camino del de Mañaria, ambos en el Duranguesado, en Vizcaya. La
comarca de la que hablamos se sitúa en un área montaraz y boscosa incrustada en el parque natural de Urquiola;
de hecho, la inmensa mayoría del municipio de Mañaria
entra dentro del perímetro del parque. Hay
acreditada la presencia de mis antepasados directos en aquellos parajes desde
fines del siglo XVI, aunque se sabe de unos Echanobengoa (antecesores suyos)
morando por allí desde mucho antes.
Existen muchísimos indicios históricos como para afirmar que esta pequeña
región de cumbres rocosas y tupidos bosques en el corazón de Euskadi fue uno de
los últimos lugares de la geografía peninsular donde los ancestrales cultos
anteriores al cristianismo lograron sobrevivir por más tiempo. La zona
conformaba, de algún modo, un último reducto de las esencias más antiguas de la
cultura y la religiosidad vascas. El imponente Amboto, ubicado en Urquiola, ha
sido considerado siempre como el gran monte sagrado de la religión
pre-cristiana. En él se emplaza la cueva natural de Mariurika, el hogar
principal de Mari, la diosa madre de la religión vasca antigua, adorada en
secreto hasta tiempos no muy lejanos entre los habitantes de los caseríos de la
zona. Según se cuenta, el párroco de la comarca acudía a la cueva a celebrar
misa cada siente años en honor de la diosa madre. A muy posos kilómetros de
Amboto, a espaldas de la aldeilla de Echano, se alza la montaña de Mugarra, otro de los escondites de Mari. En la
misma área esta la cueva de Azkondo que, según las tradiciones populares, era
lugar de reunión secreta de las sorionak o sacerdotisas de la diosa, tenidas por brujas
por las autoridades eclesiásticas. No lejos hay un paraje llamado a Akelarre
(como el celebre sitio en Navarra cuyo nombre ha servido finalmente para
significar de modo genérico, una reunión de brujas).
Es más que verosímil suponer que aquellos aldeanos de Etxano (por entonces,
y aun hoy, apenas una docena de familias, incluidos los Echánove), practicaran
hasta bien entrada la Edad
Moderna , al igual que los demás escasos pobladores de las
montanas de Urquiola, los atávicos cultos a Mari y otras deidades paganas.
Quien sabe, hasta es posible que por las venas de mis hijas corra la sangre de
alguna de aquellas sorionak, la brujas vascas.
(Foto: Luis Echánove)
2 comentarios:
Me ha gustado mucho, ya decía yo que tengo algo de bruja
Soy ECHANOVE
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