miércoles, 12 de julio de 2017

Carmen

La vida corre a raudales
por tu cuerpo larguirucho.
Un corriente de alto voltaje
invade el desorden de tu cuarto.

Esa mirada ausente tuya,
ese aire de melancolía despistada
y la chispa de tus ojos vivos…
Siempre te he comprendido.
No me preguntes porqué.

Incluso ahora, que ni tú misma
pareces saber a dónde te lleva
este nuevo mundo al que despiertas,
te sigo comprendiendo.

Yo también tuve catorce años,
fui a las ferias, comía pipas
y daba la vida por mi pandilla.
Yo también soñaba todo a la vez.

Te miro hoy y recuerdo
a la niña que fuiste,
o espero a la mujer que serás.

Estar ahí, para escucharte,
para responder a tus raudales
de preguntas luminosas,
ese es el quehacer al que me debo.

Carmen, la vida es, precisamente,
eso que tu presientes ahora…
Un prado sobre el que correr,
un mar para navegar,
un sendero nuevo
para tu bicicleta.

La vida, Carmen, es un milagro.

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