En las autonómicas y municipales el PP ha tocado fondo. Ha obtenido tan solo un 27% de los votos, el
porcentaje más bajo en 25 años. Ha sido votado pues, tan solo por su base más acérrima,
por la derecha sociológica, aquella que jamás cambiará su voto a un partido de
centro liberal o de izquierda, pase lo que pase.
Así pues, los populares no van a tener menos votos de los que han logrado…pero no es tampoco previsible que recuperen apoyo cara a las generales y que una parte de su antiguo electorado, ahora desafecto, vuelva al redil popular.
Es fácil explicar porqué el PP seguramente no logre en las elecciones parlamentarias mejores resultados que en el 24 M: El contexto que ha conducido a la debacle popular (alta percepción de corrupción, aumento de la pobreza por la crisis y nefasta política de comunicación por parte del gobierno) no va a mejorar los meses que restan hasta las generales: El goteo de noticias sobre corrupción en el partido de Rajoy va a proseguir; los efectos de la mejoría económica distan mucho aun de notarse en los bolsillos de las mayorías y es difícil imaginar que gobierno o Partido Popular sean capaces a partir de ahora de vender mejor lo que hacen, estando como están sumidos ya en una actitud defensiva, de retirada, y hasta con gérmenes de enfrentamiento interno que dificultan el ímpetu necesario paras lograr un integral lavado de cara y liderazgo.
El ‘miedo a los radicales’, último cartucho político que podría quedarle al PP para salvar los papeles y arañar más voto de los segmentos sociales más conservadores (pensionistas, voto rural…) ya no va a servir de mucho. Primero, porque ahora esos ‘radicales’ van a ocupar puestos de poder en ayuntamientos y comunidades, y por tanto, en el imaginario sociológico, pasarán a estar revestidos de una dosis de institucionalidad que ‘amansará’ un poco su aspecto ‘ anti-sistema’ cara al electorado más conservador. Y segundo, porque en todo caso, de haber ‘tránsfugas’ que votaron en los municipios y CCAA a Podemos y otras plataformas de izquierda y quieran variar su voto en las elecciones parlamentarias, la inmensa mayoría de esos votos no pasarán al PP, sino más bien al PSOE o, como mucho, a C’s.
Un trasvase amplio de votos de C‘s al PP tampoco es previsible ya. C’s ya obtuvo en las municipales y autonómicas peor resultado de lo que auguraban las encuestas, seguramente porque una parte de los tradicionales votantes del PP que habían declarado a los encuestadores en los meses previos su intención de votar al partido de Rivera se arrepintieron en el último momento y prefirieron volver a ser fieles al PP, aunque fuera tapándose la nariz. C’s ha logrado resultados más modestos de lo que algunos auguraban, pero probablemente también más firmes: Su electorado es liberal de centro y no va a dar ya marcha atrás.
Según algunos, mucho votante popular prefirió quedarse en casa el 24 M, pero en las generales, esa , masa silenciosa se movilizará para dar apoyo a su partido. Es cierto que la participación cayó un poco comparada a los niveles habituales: fue del 65%, frente al 72% de las generales de 2011. No obstante, atribuir toda margen a supuestos votantes del PP es irrealista: Una parte significativa de esa diferencia se deben en realidad a la emigración.
Muchos de esos antiguos electores que ejercieron su derecho al voto en 2011 y que no han acudido a votar en 2015 no lo han hecho porque simple y sencillamente han emigrado y ahora viven fuera (y votar desde el exterior se ha convertido en algo demasiado intricado, cuando no imposible para muchos). Según mi cálculo, hablamos al menos de un 2% del censo electoral. En las generales muchos seguirán sin poder votar, y de poder hacerlo, de todos modos, muy pocos lo harían al PP. Si en las generales, como es previsible, la participación electoral sube, lo hará en beneficio no solo del PP, sino de todos, y por tanto, los efectos en las proporciones de votos serán poco significativas.
Por otro lado, no hay ninguna razón para no asumir que el 24 M también se dio un cierto abstencionismo de castigo entre el electorado del PSOE así como, sin duda, en UPD y en IU. En resumen: no fueron solo muchos ex votantes del PP los que esta vez no votaron, sino también desafectos de otras formaciones, no suficientemente tentados para votar a otro partido.
En resumen: El PP no va a conseguir menos en las generales de lo que obtuvo el 24 M, pero tampoco mucho más. Extrapolar los resultados de las autonómicas a las elecciones parlamentarias es pues un ejercicio bastante razonable.
Gonzalo Prieto, en su blog Geografía Infinita, ha llevado a cabo ese tedioso ejercicio de extrapolación;
tedioso, sí, porque implícita ajustar
los de cada provincia a la realidad del numero de diputados electos por cada una.
Para las comunidades en las que no hubo elecciones el 24 M , ha utilizado o
bien os datos de las últimas elecciones (Andalucía) o los de las últimas
encuestas solventes (País Vasco, Cataluña y Galicia).
Y… ¿cuál es el resultado de dicha extrapolación? Pues que
el Partido Popular sumará unas 120 actas
parlamentarias…es decir, perderá un tercio de su actual representación en
el Congreso (186 diputados) y quedará lejos, lejísimos, de la mayoría absoluta
(176 diputados)…
No creo que a nadie le resulte una sorpresa el que el PP,
con toda certeza, vaya a perder la mayoría absoluta. Lo chocante es que su caída
en cuanto número de diputados pueda a ser tan mayúscula. Al fin y al cabo es un
simple reflejo de la sangría de votos sufrida.
No obstante, la clave o no para saber si pese a tales resultados
los populares va a poder o no seguir gobernando, es saber qué resultados obtendrán
los otros partidos con los cuales los de Rajoy pondrían eventualmente lograr
acuerdos de investidura.
Y aquí es, precisamente, donde la burbuja de un posible
nuevo gobierno popular pincha por completo: Ciudadanos no va a poder salir al rescate de la derecha, por dos
principales motivos: El primero es que, como ya sabemos, el 24 M ha demostrado que
el partido de Rivera es capaz de movilizar solo a una parte muy limitada del
electorado, pese a los augurios optimistas de algunas encuestas previas. Y el segundo
motivo, y tal vez el fundamental, es que en España y debido a la que muchas circunscripciones
electorales cuentan con un numero demasiado pequeño de diputados, es prácticamente
imposible para la cuarta fuerza política lograr representación. En 26 de las 50
provincias españolas se elijen a 5 diputados o menos, lo cual deja a C’s sin
posibilidad alguna en las mismas. Así pues, salvo en las provincias más pobladas,
los votos a C’s no van va a traducirse en diputados. A resultas de ello, lo más probable es que
Ciudadanos logre entre 20 y 25 diputados.
Además de con C’s, el PP podría eventualmente contar con los apoyos de los pequeños partidos regionalistas de centro-derecha (UPN, Colación Canaria, Partido Regionalista de Cantabria…) los cuales como mucho sumaran unos 10 diputados. En cambio, y debido a su deriva soberanista, es muy poco previsible hoy por hoy que CiU votase a favor de un gobierno del PP.
120 señorías del PP, mas 25 de C’s y 10 de otros partidos…suma 155; es decir, 31 votos por debajo de la mayoría absoluta y menos votos de los que PSOE y Podemos seguramente lograrán.
Así pues, el Partido Popular, no va a gobernar en España tras
las generales, salvo una improbable ‘ gran coalición’ con el PSOE.
Gobernará, seguramente, la izquierda, pero… ¿qué izquierda?… ¿PSOE, Podemos…o ambos juntos? De eso hablaremos en el próximo
capitulo.
Así pues, los populares no van a tener menos votos de los que han logrado…pero no es tampoco previsible que recuperen apoyo cara a las generales y que una parte de su antiguo electorado, ahora desafecto, vuelva al redil popular.
Es fácil explicar porqué el PP seguramente no logre en las elecciones parlamentarias mejores resultados que en el 24 M: El contexto que ha conducido a la debacle popular (alta percepción de corrupción, aumento de la pobreza por la crisis y nefasta política de comunicación por parte del gobierno) no va a mejorar los meses que restan hasta las generales: El goteo de noticias sobre corrupción en el partido de Rajoy va a proseguir; los efectos de la mejoría económica distan mucho aun de notarse en los bolsillos de las mayorías y es difícil imaginar que gobierno o Partido Popular sean capaces a partir de ahora de vender mejor lo que hacen, estando como están sumidos ya en una actitud defensiva, de retirada, y hasta con gérmenes de enfrentamiento interno que dificultan el ímpetu necesario paras lograr un integral lavado de cara y liderazgo.
El ‘miedo a los radicales’, último cartucho político que podría quedarle al PP para salvar los papeles y arañar más voto de los segmentos sociales más conservadores (pensionistas, voto rural…) ya no va a servir de mucho. Primero, porque ahora esos ‘radicales’ van a ocupar puestos de poder en ayuntamientos y comunidades, y por tanto, en el imaginario sociológico, pasarán a estar revestidos de una dosis de institucionalidad que ‘amansará’ un poco su aspecto ‘ anti-sistema’ cara al electorado más conservador. Y segundo, porque en todo caso, de haber ‘tránsfugas’ que votaron en los municipios y CCAA a Podemos y otras plataformas de izquierda y quieran variar su voto en las elecciones parlamentarias, la inmensa mayoría de esos votos no pasarán al PP, sino más bien al PSOE o, como mucho, a C’s.
Un trasvase amplio de votos de C‘s al PP tampoco es previsible ya. C’s ya obtuvo en las municipales y autonómicas peor resultado de lo que auguraban las encuestas, seguramente porque una parte de los tradicionales votantes del PP que habían declarado a los encuestadores en los meses previos su intención de votar al partido de Rivera se arrepintieron en el último momento y prefirieron volver a ser fieles al PP, aunque fuera tapándose la nariz. C’s ha logrado resultados más modestos de lo que algunos auguraban, pero probablemente también más firmes: Su electorado es liberal de centro y no va a dar ya marcha atrás.
Según algunos, mucho votante popular prefirió quedarse en casa el 24 M, pero en las generales, esa , masa silenciosa se movilizará para dar apoyo a su partido. Es cierto que la participación cayó un poco comparada a los niveles habituales: fue del 65%, frente al 72% de las generales de 2011. No obstante, atribuir toda margen a supuestos votantes del PP es irrealista: Una parte significativa de esa diferencia se deben en realidad a la emigración.
Muchos de esos antiguos electores que ejercieron su derecho al voto en 2011 y que no han acudido a votar en 2015 no lo han hecho porque simple y sencillamente han emigrado y ahora viven fuera (y votar desde el exterior se ha convertido en algo demasiado intricado, cuando no imposible para muchos). Según mi cálculo, hablamos al menos de un 2% del censo electoral. En las generales muchos seguirán sin poder votar, y de poder hacerlo, de todos modos, muy pocos lo harían al PP. Si en las generales, como es previsible, la participación electoral sube, lo hará en beneficio no solo del PP, sino de todos, y por tanto, los efectos en las proporciones de votos serán poco significativas.
Por otro lado, no hay ninguna razón para no asumir que el 24 M también se dio un cierto abstencionismo de castigo entre el electorado del PSOE así como, sin duda, en UPD y en IU. En resumen: no fueron solo muchos ex votantes del PP los que esta vez no votaron, sino también desafectos de otras formaciones, no suficientemente tentados para votar a otro partido.
En resumen: El PP no va a conseguir menos en las generales de lo que obtuvo el 24 M, pero tampoco mucho más. Extrapolar los resultados de las autonómicas a las elecciones parlamentarias es pues un ejercicio bastante razonable.
Además de con C’s, el PP podría eventualmente contar con los apoyos de los pequeños partidos regionalistas de centro-derecha (UPN, Colación Canaria, Partido Regionalista de Cantabria…) los cuales como mucho sumaran unos 10 diputados. En cambio, y debido a su deriva soberanista, es muy poco previsible hoy por hoy que CiU votase a favor de un gobierno del PP.
120 señorías del PP, mas 25 de C’s y 10 de otros partidos…suma 155; es decir, 31 votos por debajo de la mayoría absoluta y menos votos de los que PSOE y Podemos seguramente lograrán.
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