Los georgianos, en general, son bastantes conservadores en materia de sexo. La Iglesia Ortodoxa ejerce una influencia notable en la moral social. Por eso los jóvenes se casan a una edad extremamente temprana; así pueden comenzar a practicar el coito no muy tarde, frisando la veintena, sin contravenir los preceptos religiosos. La venerable tradición de secuestrar a la novia y así forzar la boda sigue vigente en muchas partes del país. Una compañera de trabajo, bastante más joven que yo, fue raptada por su pretendiente a los dieciocho años.
En Tiflis, al contrario que en Moscu o en Kiev, las chicas jóvenes no se pasean en primavera por las calles vestidas de gogos de discoteca. Rige más bien una estética entre ochentena y femme fatal, en la que predomina el color negro, algo de parafernalia militar (normal en un país que sufrido cuatro guerras en diez años) y los tacones altísimos.
Como siempre sucede cuando los preceptos religiosos y las feromonas circulan por caminos separados, en Georgia en la práctica rige una doble moral muy acusada. La vida íntima del presidente es buen reflejo de ello. La doctora Dot, una joven, exuberante y desenfrenada masajista del Medio Oeste norteamericano, revelaba hace poco en su blog que el presidente de Georgia ha sido su cliente. La doctora Dot practica una técnica fisioterapéutica de su invención que consiste en dar fuertes mordiscos por el cuerpo del paciente. Cuando, en plena sesión con el premier georgiano, la 'terapeuta' constató la tensión acumulada en la nuca presidencial, el jefe de gobierno bromeó diciendo que, efectivamente, a veces se sentía como si Putin estuviera sentado sobre su cuello (lo cual, metafóricamente, es rigurosamente cierto). Al final, las revelaciones de la doctora Dot se hicieron públicas en Georgia, y los rusos llegaron a mencionar el asunto en sus noticieros (*).
En Tiflis, al contrario que en Moscu o en Kiev, las chicas jóvenes no se pasean en primavera por las calles vestidas de gogos de discoteca. Rige más bien una estética entre ochentena y femme fatal, en la que predomina el color negro, algo de parafernalia militar (normal en un país que sufrido cuatro guerras en diez años) y los tacones altísimos.
Como siempre sucede cuando los preceptos religiosos y las feromonas circulan por caminos separados, en Georgia en la práctica rige una doble moral muy acusada. La vida íntima del presidente es buen reflejo de ello. La doctora Dot, una joven, exuberante y desenfrenada masajista del Medio Oeste norteamericano, revelaba hace poco en su blog que el presidente de Georgia ha sido su cliente. La doctora Dot practica una técnica fisioterapéutica de su invención que consiste en dar fuertes mordiscos por el cuerpo del paciente. Cuando, en plena sesión con el premier georgiano, la 'terapeuta' constató la tensión acumulada en la nuca presidencial, el jefe de gobierno bromeó diciendo que, efectivamente, a veces se sentía como si Putin estuviera sentado sobre su cuello (lo cual, metafóricamente, es rigurosamente cierto). Al final, las revelaciones de la doctora Dot se hicieron públicas en Georgia, y los rusos llegaron a mencionar el asunto en sus noticieros (*).
Este no es el único escándalo picante que ha salpicado la vida pública georgiana recientemente. Se han publicado hace poco comprometedoras fotos de la recién nombrada ministra de economía, una belleza veinteañera a la que el presidente del país conoció en una discoteca de Vancouver, bailando con sus amigas en una fiesta universitaria. Dicen que el efecto buscado por el presidente al incorporar a esta joven al gobierno era atraer inversores extranjeros al país. No me cabe duda de que va a lograrlo.
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2 comentarios:
Las georgiana son muy hermosas.
გაგვიმარჯოს ქართველებს!!!
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