domingo, 8 de abril de 2018

Buscando la sensatez

Yo no quiero ni dejo de querer que Cataluña siga formando parte de España; Cataluña y España no existen, son entes de ficción colectiva, ideas inventadas, creaciones juridicas, sociologicas e historicas...pero no realidades tangibles. Yo lo que en verdad quiero es que la mayoria de los catalanes quieran seguir siendo españoles y sigamos compartiendo un proyecto común de convivencia, porque en eso (en las personas, y en la convivencia) sí que creo. 

Reconstruir esa convivencia requiere edificar puentes, no ahondar en las fracturas. Convencer a, al menos una parte( la menos recalcitrante) de los catalanes independentistas de que merece la pena seguir formando de ese proyecto común se logra con brazos tendidos y mente abierta...o no se logra; no hay otro camino.

El nacionalismo catalán me parece un disparate, su ánimo de imponerse a toda costa y sus fantasías victimistas esconden un tufo excluyente que me repele bastante y veo en muchos independentistas una actitud de resquemor y cerrazón que me espeluznan... pero la fanfarria de odio visceral hacia el independentismo me produce no solo esos mismos sarpullidos, sino auténtico miedo. No me reconozco en esa idea de ser español consistente en insultar con inquina a los políticos secesionistas, hacer bromas pesadas sobre Puigdemont o vilipendiar a los nacionalistas por sus ideas. 

Creo que las reglas del juego hay que respetarlas y que hay motivos más que suficientes para juzgar a los que vulneraron la ley aprovechándose de sus puestos para imponer sus ideas rupturistas a los demás. Pero creo también que hay que juzgarlos por lo que de verdad han hecho, y que fantasear con delitos inexistentes forzando expansivamente los tipos penales es inmoral y además hace un flaco favor a la causa de la convivencia. 

Creo que, tristemente, la irracionalidad, el victimismo, el ’a por ellos’, la mentira y el odio mutuo están ganando la batalla a la sensatez. 

Y , sobre todo, creo que esta locura colectiva ha sido innecesaria y demencial; se han abierto heridas amargas que tardarán posiblemente una generación en cerrarse. 

No me busquéis para echar más sal en las llagas. No contéis conmigo para vilipendiar al otro. Contad, sí, para sumar, para entre todos sanar. Para convivir. Sin vencedores ni vencidos. 

Con las personas; siempre con las personas.

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