bajo el manto de la mañana.
El tiempo pasa sin transcurrir
de veras (quiero decir: sucede,
pero de un modo torpe).
Minuto a minuto,
lapso a lapso
se desvanecen en aire
las ganas del domingo
de seguir adelante.
Sin aristas, deslizándose
como el zumbido que bulle
bajo el silencio,
el domingo circula
mudo por el reloj.
El cielo parece filtrado
con el tono ambiguo
de una película mal conservada.
Los muñones de las ramas
en el árbol duelen de solo verlas.
Suena una canción banal:
Noventa y nueve globos rojos
(el alemán es una lengua hermosa).
Silencio, alegría tenue.
No hables escucha:
Ich hab' heute nichts versäumt
(hoy no he perdido nada).
Se filtra la calma dolorida
de un domingo más,
de un domingo menos.