lunes, 19 de mayo de 2014

Elepés

(…) it is hard to get by just upon a smile. (*)
Wild World. Cat Stevens

Se acerca el fin de curso para mi hijo Juan. Ocho años. La misma edad, la misma época del año que yo entonces… cuando mi padre sufrió aquella súbita trombosis que cambió su vida para siempre y arrebató la alegría de sus días. He tardado unos cuantos decenios en comprender lo que aquello significó para mí, como alteró radicalmente mi infancia, como modeló mi personalidad y como me ha hecho ser, tal vez, lo que soy. Escribo estas líneas ahora porque aun necesito conjurar ese dolor sin fondo del niño que yo era entonces. Ver a mi padre indefenso, abatido, rendido  por ese zarpazo brutal e inesperado hizo morir algo dentro de mi ser, algo que ya nunca ha regresado, algo perdido  lejos,  que tal vez nunca he cejado de buscar.  

Pero a veces consigo levantar puentes y asomarme a ese antes, cuando mi padre aun podía hablar y la vida era magia y veranos largos. La música, sobre todo, puede operar ese milagro. Oigo ahora Cat Stevens y  Simon y Garfunkel, y reconstruyo mentalmente las portadas de los elepés de vinilo de mi hermana Aránzazu. Y cada nota, cada acorde triste de guitarra en Wild World, cada cabriola alegre de Cecilia o Mrs. Robinson me traen de nuevo esa luz que se apagó un día de junio, con ocho años.     

(Foto: Luis Echanove)
---------------


(*) Es difícil sobrevivir con tan solo una sonrisa.